Frank Gehry está entre los pocos arquitectos admirados por la crítica y el público. Sus obras desbaratan la noción de separación entre arte y arquitectura, pero la fuerte atracción que ejercen sus esculturales edificios no esconde su funcionalidad. Realiza un trabajo arquitectónico minucioso, una sutil mezcla de visión y revisión perceptible en sus famosos bocetos y en sus maquetas.

En 1989 fue galardonado con el Premio Pritzker, el más importante del mundo de la arquitectura. Ese mismo año se le concedió la Medalla de Oro del Colegio de Arquitectos de Estados Unidos. En 2001, el Real Instituto de Arquitectos de Gran Bretaña le otorgó la Medalla de Oro.
El cineasta Sydney Pollack ha realizado su primer largometraje documental sobre el famoso arquitecto Frank O. Gehry.

Una profunda amistad une a los dos hombres desde hace tiempo. El rodaje de la película empezó en 2000 y se alargó durante cinco años.

A Frank Gehry le gusta hacer apuntes; así empieza su trabajo de arquitecto. Esa inclinación por los apuntes ha guiado a Sydney Pollack para escoger el estilo del documental. Tomando como punto de partida los apuntes originales que Gehry realizó para cada uno de sus grandes proyectos, el documental explora el proceso que sigue el arquitecto para transformar ese primer apunte abstracto en materia tangible, una maqueta tridimensional construida normalmente con cartón y celo, antes de convertirlo en un edificio de titanio y vidrio, de hormigón y acero, de madera y piedra.

Para captar el aspecto “esbozado” del documental, Sydney Pollack ha rodado en dos soportes, película y mini DV (vídeo digital). Gracias a este acercamiento discreto y a las numerosas horas que pasó en casa de Gehry, en su estudio de arquitectura y en los edificios, el director ha podido plasmar la esencia del singular trabajo arquitectónico y la personalidad tímida y misteriosa de Frank Gehry.

Como contrapartida al aspecto deliberadamente informal, esbozado, del rodaje en vídeo, Sydney Pollack ha puesto mucho cuidado a la hora de captar para el cine la grandeza de las obras de Frank Gehry, desde el primer edificio que diseñó, un pajar en California, hasta las construcciones que se cuentan entre las más impresionantes de la era moderna, como el Museo Guggenheim de Bilbao y la Sala de Conciertos Walt Disney de Los Ángeles.

El diálogo entre Sydney Pollack y Frank Gehry es íntimo, tal como se espera de tan larga amistad, y nos acompaña cual suite melodiosa por toda la película.

El núcleo del documental se basa en el carácter discreto e informal de las conversaciones entre los dos hombres y con otros participantes. La película no trata de una teoría arquitectónica en vías de desaparición. Al contrario, el realizador tiene el don de desnudar la teoría arquitectónica, abriendo nuevas perspectivas sobre la vida de este arquitecto extraordinario y de su proceso creativo.