El Cairo, verano de 2013. Se cumplen dos años de la revolución egipcia. Inmediatamente después de la destitución de Morsi, el presidente islamista, decenas de manifestantes con convicciones políticas y religiosas distintas son arrestados durante unos violentos disturbios. Todos acaban en el mismo furgón policial. ¿Serán capaces de superar sus diferencias para salir ilesos?
La revolución egipcia acaba con 30 años de presidencia de Hosni Mubarak.
El nuevo presidente electo, Mohamed Morsi, es miembro de un partido islamista, los Hermanos Musulmanes.
Millones de egipcios se alzan contra el presidente en las mayores protestas jamás vividas en la historia de Egipto.
Durante varias semanas irrumpen por todo el país violentos enfrentamientos entre seguidores de los Hermanos Musulmanes y partidarios de los militares.
Mohamed Diab es un galardonado guionista y director egipcio cuyo trabajo suele poner el dedo en la llaga de los problemas de la sociedad egipcia.
Se dio a conocer con su primer largometraje, EL CAIRO 678, estrenado en Egipto antes del estallido de la revolución, donde cuenta la lucha de tres mujeres de El Cairo contra el machismo y el acoso sexual. Es el autor del guion de la muy taquillera El Gezira (La isla), considerado el mayor éxito de taquilla de la historia del cine en Egipto y en el mundo árabe. La película expone el sistema dictatorial empleado por los señores de la droga en una isla del Alto Egipto y representó al país a los Oscar.
También es conocido por su implicación y actividad en la revolución egipcia, por lo que fue galardonado en el año 2011 con un Premio Webby, galardón que reconoce la excelencia internacional en internet. Su papel en la contienda se narra en la novela superventas Rising from Tahrir de Hoda Rashad.
Tardó cuatro años en desarrollar CLASH, su segundo largometraje, donde describe el fracaso de dicha revolución. La película inauguró la sección Una Cierta Mirada en Cannes 2016.
En El Cairo. Al igual que cualquier egipcio, fui parte de lo que ocurría. Todo tuvo lugar en las calles, por eso cualquiera se veía involucrado por el mero hecho de cruzar la ciudad para ir a trabajar. En la época, me manifesté contra Morsi. Fue elegido democráticamente, pero nos hacía falta un Mandela, alguien capaz de elevarse por encima de las disensiones, capaz de reconciliar a los egipcios. Pero nada más acabar la primera vuelta, ya supimos que no sería así. Los dos candidatos que se presentaban a la segunda vuelta eran el proislamista Mohamed Morsi y un heredero del régimen de Mubarak. Estábamos atrapados entre la espada y la pared. Esa noche lloré de verdad.
La mayor manifestación jamás organizada en Egipto se celebró al año de llegar Morsi a la presidencia, un año durante el que se encargó de dividir al país. Se exigía su dimisión y nuevas elecciones, pero ni él ni los Hermanos Musulmanes se inmutaron. Quizá era demasiado tarde. Sea como fuere, acabó siendo derrocado por el ejército.
CLASH muestra lo que ocurrió después de su destitución, las manifestaciones que hicieron arder El Cairo y las víctimas de los disturbios. Pero hay que tener mucho cuidado con la terminología que se usa porque Egipto está dividido de forma maniquea. Por ejemplo, si emplea el término "golpe de Estado" para describir el derrocamiento de Morsi, será inmediatamente considerado como perteneciente a los Hermanos Musulmanes. Pero si usa la palabra "revolución", se verá relegado al lado de los militares. Me gustaría que al ver mi película nadie se preguntara a qué bando pertenezco. No es una película sobre política, sino sobre lo humano.
Mi hermano y yo tardamos mucho en decidirnos. Escribimos 13 versiones del guion. Pensamos en personas a las que conocíamos y en egipcios comunes. Queríamos mezclar diversos rostros de Egipto. Pero tampoco se trata de un "panel", en el sentido sociológico de la palabra; la proporción entre revolucionarios y Hermanos Musulmanes está mucho menos equilibrada en la vida real. Los personajes principales son el periodista y su fotógrafo. El primero está inspirado en Mohamed Fahmy, un periodista egipcio-canadiense que trabajaba para Al-Jazeera, y que estuvo encarcelado año y medio antes de denunciar a la cadena que le había abandonado. En la película se convierte en egipcio-estadounidense para poder hablar de la creciente xenofobia en Egipto, de la teoría del complot extranjero, que se está convirtiendo en permanente.
Zein, el fotógrafo, se inspira en Mahmoud Abou Zied, al que llaman Shawkan, otro periodista que cubría las manifestaciones para un periódico egipcio y que lleva casi tres años en la cárcel. Shawkan apoyaba la revolución, pero detenían a cualquiera, y sobre todo a periodistas, a los que cada bando consideraba traidores. En cierto modo, los dos me representan: yo también fabrico imágenes y yo también soy claustrofóbico.
Toda esa gente está en la calle por razones muy diversas y, en el fondo, se les detiene por error. Empecemos por la familia, los padres y los dos hijos adolescentes. Ella es enfermera, está harta del caos reinante. Su marido probablemente sea funcionario. Pertenecen a la clase media. Luego están los dos jóvenes, uno de ellos no se interesa por la política, pero ha acompañado a su amigo. El sintecho está muy enfadado porque su perro ha muerto... Este último personaje representa lo que intento mostrar: si le encontrase en la calle, pensaría que es un matón, pero la tristeza por la muerte de su perro le humaniza. Este es el tema de mi película: no se conoce a una persona hasta que no se habla con ella, hasta que no se pasa tiempo con ella.
Sí. No se sabe exactamente el número de militantes del partido en Egipto, sobre todo ahora que vuelve a estar prohibido y se persigue a sus miembros. Por su parte, creen estar en una especie de resistencia clandestina... He intentado separar a los dos grupos. Por ejemplo, el anciano y la joven del velo son religiosos, simpatizantes, pero no son miembros del movimiento. A pesar de estar en contra de la ideología de los Hermanos Musulmanes, me esfuerzo en plasmarlos como seres humanos. No se puede comprender a alguien si no se le trata como a un ser humano. En la película se ve el colapso del movimiento, los enfrentamientos entre los jóvenes y los de más edad, y que todo se apoya en la violencia como una especie de represalia. Entender mejor a los Hermanos Musulmanes y por lo que han pasado es esencial para comprender las raíces del extremismo.
La respuesta está en la película. La constante brutalidad a la que están expuestos empuja a algunos de los personajes a considerar la posibilidad de unirse a los extremistas en Siria. Y es lo que ocurre en Egipto: el movimiento se hunde, muchos jóvenes dejan la organización para pasarse al Estado Islámico. Si HadBadr, el salafista, hubiera hablado de Siria al principio de la película, nadie le habría hecho caso. Pero después de la violencia, después de que uno pierda a su padre y otro, a su hijo, reclutar se hace mucho más fácil para los extremistas.
Había una secuencia bastante graciosa que acabé cortando. Nadie en el furgón sabe en qué dirección está La Meca y cada uno reza en una dirección diferente. Pero si hubiera mostrado a los Hermanos orando, me habrían dicho: "Vaya, ellos son los auténticos creyentes". Sé pertinentemente que cada escena de CLASH será analizada, escrutada, interpretada. He intentado retirar las controversias menos importantes.
Técnicamente hablando, ha sido una película complicada. Un año antes del rodaje construimos una réplica en madera del furgón y la instalamos en un piso. La usamos para ensayar durante varios meses con los actores, lo que nos ayudó a afinar los personajes. Luego empezamos a rodar los ensayos, fue como una primera versión, una especie de storyboard en directo. La fabricación del furgón auténtico empezó en paralelo, idéntico en cada detalle a los que usa la policía. Rodamos la película dentro de ocho metros cuadrados en 26 días con todos los actores en cada escena.
La primera se rodó en dos días con 500 figurantes en un plató. Fue un verdadero infierno, sobre todo porque en Egipto no hay especialistas. El coordinador de efectos especiales me dijo: "Parece real porque es real". Los figurantes se peleaban de verdad, algunos acabaron heridos. La escena del puente se rodó en un decorado natural, en la ciudad. Se trata de un enorme intercambiador de una de las autopistas más congestionadas de El Cairo. El rodaje creó un embotellamiento monstruoso porque los conductores pensaron que era una manifestación de verdad y empezaron a dar media vuelta. Actualmente, en cuanto se ve a un grupo de gente en la calle, todo el mundo tiene miedo y se aleja. Rodamos 12 horas seguidas con un equipo totalmente entregado. Supongo que teníamos infiltrados de los dos bandos, los Hermanos Musulmanes y la policía, cada uno de ellos convencido de que nos apoyaba el otro. Me vi obligado a rodar la película en muy poco tiempo, lo que me permitió desarrollar un recurso inusual: dar órdenes a través del altavoz en el momento exacto en que nadie tenía diálogos.
El furgón queda atrapado en medio de una manifestación caótica. Ni los protagonistas ni los espectadores pueden saber a qué bando pertenecen los manifestantes. La gran ironía es que los detenidos se pelean entre sí desde el principio para salir del furgón, y de pronto se ayudan mutuamente para quedarse dentro. ¿Morirán? No lo sé. El pronóstico no es muy bueno, pero se acerca bastante a la situación actual en Egipto.
Varias cosas, pero la más importante es que si seguimos así, no saldremos del atolladero. Sigo soñando con que algún día, alguien salido de la revolución, alguien que no represente ni a la ley islámica ni a la ley marcial pueda gobernar en Egipto.
Nacida en Alejandría de padre egipcio y madre rusa, Nelly Karim estudió en la Academia de las Artes de El Cairo y empezó profesionalmente como bailarina clásica antes de convertirse en modelo y actriz.
Ha trabajado en unas 25 películas y series, entre las que destacaremos ALEXANDRIE... NEW YORK (2004), la última película de Youssef Chahine. Fue galardonada con el Premio a la Mejor Actriz en el Festival de El Cairo 2004 por ENTA OMRY, de Khaled Youssef. Es una de las protagonistas de EL CAIRO 678 (2012), de Mohamed Diab, y compartió con las otras intérpretes, Bushra y Hajed El Sebai, el Gran Premio del Jurado a la Interpretación Femenina en la Gala Asia-Pacífico 2011.
"Nelly Karim es hoy en día la mayor estrella egipcia. Volvió a confiar en mí. Quiso estar en CLASH a pesar de ser una película coral porque creía en su mensaje. Se arriesgó como todos los que participaron en la película".
Mohamed DiabUna de las descripciones filmadas de Egipto más reveladoras.
THE HOLLYWOOD REPORTER
Esto sí es cine audaz.
VARIETY
Una valiente respuesta cinematográfica a la creciente mano dura contra la prensa y la libertad artística.
SCREEN INTERNATIONAL
Un película ferozmente bien llevada.
THE GUARDIAN
Una lección de cine en una película estremecedora por su humanismo.
OUEST FRANCE
Tan eficaz como virtuosa gracias a la puesta en escena en un espacio cerrado y al cinematográfico montaje de los actos de guerrilla urbana en el exterior vistos a través de unos ventanucos.
LE NOUVEL OBSERVATEUR
Mohamed Diab reduce a los hombres y a las mujeres a lo esencial, despojándoles de lo que les separa, mostrando lo que les une inexorablemente: la humanidad.
SUD OUEST
Una apasionante y auténtica proeza que permite observar a los protagonistas mientras contemplan, entre la ira y el miedo, el espectáculo de una derrota colectiva.
20 MINUTES
Un fascinante ejercicio de funambulismo.
STUDIO CINÉ LIVE
Diab filma el espacio claustrofóbico con intensidad e intenta construir una imagen impactante de un mundo alterado.
CAIMÁN
Mohammed Diab reivindica la vía de la reconciliación para contar una realidad de una complejidad que, en Occidente, sigue siéndonos desconocida.
LA RAZÓN