En un lugar a tres horas de Adís Abeba, una adolescente de 14 años llamada Hirut regresa caminando de la escuela cuando un grupo de hombres a caballo la rodean e intentan secuestrarla. Raptar a una joven para casarse con ella es una práctica habitual en su pueblo y una antigua tradición en toda Etiopía.
Basada en una historia real, la película va más allá del barniz de las costumbres sociales para explorar un patriarcado agresivo bien asentado que perpetúa unas condiciones de gran dureza para la mujer, al tiempo que muestra la complejidad de un país que se transforma y se abre a la igualdad de derechos promovida por una joven y valiente generación.
Es un guionista y realizador con más de diez años de experiencia. Nació y creció en Etiopía, y se trasladó a Estados Unidos para estudiar Cine. Fundó Haile Addis Pictures para producir su primer largometraje, DIFRET. Se licenció en la Escuela de Artes Cinematográficas de la Universidad del Sur de California.
Nací y viví en Etiopía hasta trasladarme a Estados Unidos hace 15 años para estudiar en la Universidad del Sur de California. Después de graduarme en 2002, empecé a trabajar en la industria cinematográfica, tanto en Etiopía como en Estados Unidos. Durante estos últimos diez años he visto nacer conflictos provocados por el cambio y el crecimiento que están transformando Etiopía. He querido realizar una película que plasmara esta evolución y que tradujera la lucha que representa pasar de una antigua Etiopía a una moderna. DIFRET es esa película, y nació planteando una pregunta aparentemente sencilla: ¿qué ocurre cuando se interrumpen las tradiciones que pasan de generación en generación?
Respondo a la pregunta contando la historia de Meaza Ashenafi, la fundadora de una organización de asistencia legal que se opuso a una de las tradiciones más ancestrales de Etiopía, el “telefa” o la costumbre de raptar a niñas o adolescentes para casarse con ellas. Esta tradición se da por sentada en extensas zonas del país y afecta al 40% de las adolescentes.
Pero enfrentarse a las viejas tradiciones no es fácil. Cuesta abandonar lo antiguo por lo nuevo, siempre es incómodo e inquietante. A través de esta película, espero mostrar que no es tan difícil y que hay formas en que los seres humanos somos capaces de trascender los acontecimientos, incluso cuando todo un sistema de creencias se desmorona. El día a día y la reacción a las tradiciones construirán la Etiopía del mañana.
El guionista y director Zeresenay Berhane Mehari nació y creció en Adís Abeba, a solo tres horas del pueblecito donde transcurre DIFRET. Sin embargo, solo había oído hablar del “telefa”, el rapto para casamiento en idioma amárico, en documentales o en las noticias.
“Crecí alejado de lo que ocurría a diario en las zonas rurales”, explica Zeresenay Berhane Mehari. “En casa había electricidad, agua corriente. Veíamos la televisión, íbamos al cine. La vida tradicional descrita en los dramas etíopes quedaba lejos”. Pero todo cambió cuando el realizador conoció a la abogada Meaza Ashenafi, fundadora de una innovadora organización de asistencia legal para las mujeres, que defendió a la adolescente Hirut Assefa, acusada de asesinar al hombre que la raptó y violó.
Zeresenay Berhane Mehari se trasladó a Estados Unidos en 1996 para estudiar Cine en la Universidad del Sur de California. Después de graduarse, dividió su tiempo entre Estados Unidos y Etiopía. En 2005, mientras rodaba un documental en su país natal, el hermano de la letrada les presentó. “Me habló de dos casos de los que se ocupaba y supe inmediatamente que quería contar su historia”, recuerda. “Me conmovió saber que no lejos de donde yo vivía, el ‘telefa’ era una costumbre habitual que no se consideraba como una violación, ni siquiera como algo violento”.
“El caso de Hirut dio pie al primer diálogo abierto acerca de la tradición del “telefa” y su impacto en las mujeres etíopes”, añade Zeresenay Berhane Mehari. “El hecho de que ocurriera en junio de 1996, un mes después de que yo dejara el país para ir a estudiar a Estados Unidos, fue muy relevante para mí. No solo quería contar la historia al mundo, sino también al público etíope”.
El director tardó tres años en documentarse y en escribir el guion de DIFRET. Entrevistó a numerosas personas que participaron en el juicio y fue al pueblo donde todo tuvo lugar. Poco tiempo después de que terminara el guion, un productor dijo estar dispuesto a financiar el proyecto, pero con la crisis económica de 2008, los fondos desaparecieron y Zeresenay Berhane Mehari tuvo que volver a empezar desde cero.
En los años siguientes rechazó varias ofertas de productores occidentales interesados en rodar la película en inglés. “Estaba convencido de que debía hacer la película en Etiopía”, dice. “Quería que las personas que se encuentran en estas situaciones pudieran verla, y también quería marcar un nuevo estándar para el cine etíope”.
Después de pasar un año buscando fondos a través de los canales habituales, el joven realizador decidió llamar a otras puertas, incluso a las de ONGs y fundaciones. En 2009 conoció a la médica y antropóloga etíope-americana Mehret Mandefro, presidenta de Truth Aid, una productora de programas etnográficos.
“Le di el guion, le encantó y me propuso producir la película”, recuerda Zeresenay Berhane Mehari. A través de Truth Aid se lanzaron dos campañas “Kickstarter” que sirvieron para recaudar decenas de miles de dólares donados por más de 200 personas. A finales de 2010, la artista etíope-americana Julie Mehretu y la artista australiana Jessica Ranking donaron fondos adicionales. “Nos dieron lo suficiente como para empezar a rodar”, recuerda el realizador con una sonrisa. El Programa Nuevo Cineasta de Panavision aportó las cámaras y el negativo, y el rodaje empezó.
Zeresenay Berhane Mehari siempre supo que quería rodar en Etiopía, pero también era consciente de las dificultades que surgirían. “La industria cinematográfica etíope está en sus comienzos, por lo que fue difícil encontrar un equipo y materiales”, dice. “Además, se me ocurrió la locura de rodar en 35 mm sencillamente porque el paisaje es parte de la historia y quería captarlo para integrarlo plenamente en la película”.
En Etiopía solo se han rodado tres películas en 35mm, por lo que hubo que importar las cámaras así como tres toneladas de negativo. Tampoco hay laboratorios en el país; el material rodado se enviaba cada noche a India por mensajero y el copión revelado regresaba a Etiopía.
El realizador reunió un núcleo de diez profesionales experimentados procedentes de todo el mundo, a los que se añadieron cincuenta técnicos etíopes, el director artístico y la directora de reparto entre ellos. DIFRET es la única película etíope en la que muchos de los productores y jefes de departamento son mujeres. Jamás se había rodado una película en el país con la iluminación y la fotografía a cargo de una mujer.
Para reunir el reparto se tardó ocho meses. Las productoras y el cineasta entrevistaron a unas cuatrocientas actrices hasta que escogieron a Meron Getnet, una de las estrellas de cine y televisión más populares de Etiopía, para interpretar a Meaza Ashenafi, la abogada y activista. “Es una gran intérprete”, comenta el director. “Además, se licenció en Arte y Teatro, y durante el rodaje preparaba un máster en Desarrollo y Artes”.
Pero aún fue más difícil encontrar a la adolescente que daría vida a Hirut, la chica de catorce años en torno a la que gira la historia. Después de meses de búsqueda sin éxito, Zeresenay Berhane Mehari encontró a Tizita Hagere en un taller de interpretación en Adís Abeba. “Nunca había trabajado delante de una cámara”, dice el director. “Es más, no había hecho nada profesionalmente, es una chica asombrosa”.
Cuando escogió a Tizita Hagere, el realizador no sabía que la vida de la joven se parecía extrañamente a la de su personaje. “Queríamos hablar con sus padres para que la autorizaran a trabajar, pero nos enteramos de que vivía en un orfanato con otros noventa niños”, explica. “Su padre había fallecido y su madre vive en un centro de acogida porque es seropositiva”.
Los otros setenta y un papeles con diálogos y los trescientos figurantes recayeron en intérpretes etíopes que, en su mayoría, no eran profesionales. El rodaje empezó en septiembre de 2012 y duró seis semanas con jornadas de catorce horas, en algunas ocasiones trabajando seis días a la semana.
A pesar de que la película gira en torno a un tema que ocupó las noticias en su momento, Zeresenay Berhane Mehari reconoce que el gobierno apoyó el rodaje. “Nos facilitaron los trámites para importar el material y el negativo, ya que este último no podía pasar por la máquina de rayos X, y para los visados del equipo extranjero. El consulado etíope en Los Ángeles se portó de maravilla”.
El director cree que la ayuda del gobierno se debe al hecho de que el país ha dado enormes pasos para cambiar las leyes desde el caso de Hirut Assefa. “Cuando el asunto saltó a la luz, el gobierno decidió hacer lo que debía y empezar a aprobar leyes”, explica. “Defendieron los derechos constitucionales de la joven e incluso destituyeron al ministro de Justicia”.
Según la ley de 1957, cometer “telefa” estaba castigado con tres años de cárcel, pero esa misma ley estipulaba que si el raptor se casaba con la chica, no se enfrentaría a ningún cargo. El caso de Hirut Assefa galvanizó a la opinión pública, lo que empujó al gobierno a modificar la ley. El código penal se revisó en 2004 y, actualmente, el rapto seguido de violación está castigado con quince o más años de cárcel. Por primera vez en la historia de Etiopía, esa misma ley define como delito la violencia contra las mujeres y la ablación.
Sin embargo, la ley no se aplica por igual en todo el país, según dice Zeresenay Berhane Mehari, “en parte porque hay pocas comisarías en las zonas rurales y, sobre todo, porque los campesinos prefieren seguir con la tradición”.
“Si los padres de la chica acudieran a la policía, podría hacerse algo”, dice el realizador. “Pero no van, y sin una denuncia, la policía no puede hacer mucho. Espero sinceramente que la película sirva para reabrir el debate y conseguir que la ley se aplique con mayor rigor”.
Han transcurrido casi veinte años desde que Hirut Assefa fue raptada, pero sigue sin haber regresado al pueblo donde nació. A pesar de sus esfuerzos, Zeresenay Berhane Mehari no pudo entrevistarse con ella. “Su familia no estaba dispuesta a decirnos dónde estaba”, explica. “Me enteré de que sabía que la buscaba, pero no se puso en contacto conmigo. La familia del hombre que la raptó juró públicamente que se vengaría. La exiliaron de acuerdo con la ley tradicional. Si regresaba e intentaban matarla, la policía y los habitantes no la protegerían”.
Poco antes del estreno de DIFRET en el Festival de Sundance 2014, el director y los productores recibieron la gran noticia de que Angelina Jolie se había unido a los productores ejecutivos. “Tuvimos muchísima suerte”, dice el cineasta. “Julie Mehretu, la productora ejecutiva, tiene amigos en común con Angelina, y ellos le hablaron de la película. La vio aún sin terminar del todo, le encantó y me llamó para decirme que quería ayudarnos como fuera. Se convirtió en productora ejecutiva durante la posproducción”.
Aunque la película explora el tema de los matrimonios con niñas muy jóvenes y la violencia contra las mujeres en Etiopía, Zeresenay Berhane Mehari dice que estos temas van mucho más allá de su país natal. Una de cada nueve niñas es obligada a casarse antes de cumplir los quince años, de acuerdo con los datos del International Center for Research on Women (Centro Nacional de Investigación de la Mujer). El grupo de defensa con sede en Washington DC también dice que las esposas adolescentes tienen muchas mas probabilidades de ser víctimas de abusos domésticos, de contraer enfermedades sexuales y de morir en el parto que las mujeres de más de veinte años.
Según Zeresenay Berhane Mehari, el título de la película tiene un doble sentido en amárico, el idioma más hablado en Etiopía. “En su primera acepción, ‘difret’ significa valor, atrevimiento, pero también puede referirse a violación. Enfrentarse a las normas culturales nunca ha sido fácil. A menudo lo hacen unas personas que se atreven a romper con la tradición y otras con la valentía suficiente como para apoyarlas o seguir sus pasos”.
Un drama tranquilo y poderoso basado en una historia real.
HOLLYWOOD REPORTER
La película ofrece un mensaje importante.
VARIETY
Innegable fuerza y elegancia.
INDIEWIRE
Absorbente.
LOS ANGELES TIMES
Sensible y conmovedora.
CULTURAL WEEKLY
El matrimonio infantil, también llamado matrimonio obligado o temprano, roba a las niñas y a las adolescentes la oportunidad de vivir la vida que deseaban. Además, las consecuencias devastadoras que provoca las perjudicarán mientras vivan. Las chicas que se casan antes de los 16 años tienen
Por las razones expuestas más arriba, el matrimonio infantil no consentido infringe los derechos básicos de las niñas y las adolescentes al acceso a la sanidad, la educación, la seguridad y el bienestar. Sin embargo, 14 millones de chicas son obligadas, cada año, a casarse antes de los 16 años, lo que significa 38.000 chicas cada día o una cada tres segundos.
Para acabar con el matrimonio infantil se requiere un amplio abanico de soluciones que funcionen conjuntamente para cambiar las normas culturales, y estas son, entre otras:
Cada persona que ve la película aprende algo más acerca del matrimonio infantil. Aprovechen y vayan al cine. Si quieres organizar un pase especial para tu colegio puedes ponerte en contacto con José Antonio Burgueño o con Óscar García
Hable con todos de la película y de lo que ha aprendido. Ayúdenos a concienciar en los medios sociales colgando tweets con el hastag #difret:
Enlace a Plan España: https://plan-espana.org/que-hacemos-programas-desarrollo/campana-ong/por-ser-ninas/matrimonio-infantil/