Una brasa bajo la bota de Berlusconi
La víspera del cierre de la 62a edición de la Mostra de Venecia, muchas precauciones y un gran misterio precedieron a la proyección sorpresa del documental de Sabina Guzzanti, ¡VIVA ZAPATERO!, presentado fuera de concurso aunque discretamente apadrinado por los responsables del festival. ¿A qué venía tanta prudencia? Simplemente porque se trata de una violenta crítica a Berlusconi que demuestra la censura brutal, perversa y neototalitaria que ha caído en Italia y que afecta, sobre todo, a los medios de comunicación. Éstos, públicos o privados, se encuentran ahora en manos del Condottiere o de sus esbirros: muchos le pertenecen directamente a través de su imperio Mediaset; otros están bajo su control político (los medios públicos) o se inclinan ante él por dinero, miedo o cobardía.

Sabina Guzzanti es una conocida personalidad del mundo del espectáculo italiano. Famosa cómica e imitadora, escribió para la RAI, la televisión estatal italiana, un programa satírico como los hay en casi todas las democracias. Pero “RaiOT” fue cancelado después de la primera emisión por su “vulgaridad” y por insultar al gobierno. El asunto hizo mucho ruido en Italia, pero no el ruido que se podía esperar. Por desgracia, los medios a sueldo del gobierno supieron desplazar la naturaleza del debate. En vez de rebelarse por solidaridad o, al menos, reconocer que se trataba de censura pura y dura, prefirieron plantear el tema siguiente: “¿Debe la RAI convertirse en una tribuna política tipo Hyde Park Corner?”

Sabina Guzzanti aprovechó la ocasión para hacer preguntas con una mezcla de humor y seriedad a la clase política y mediática sobre el estado de salud de la democracia italiana. Aunque sea un placer verla atacar a los notables del “berlusconismo”, a los que persigue incluso en la calle, la rica sustancia de ¡VIVA ZAPATERO! es particularmente angustiosa y deprimente. Por la pantalla desfila un auténtico cortejo de ectoplasmas pusilánimes y cobardes, petrificados por el miedo o, peor aún, cínicos que se enorgullecen de su indignidad.

Se aprenden muchas cosas en este documental liberador que pronto se estrenará en algunas salas de Italia gracias a la testarudez del distribuidor independiente Lucky Red. Por ejemplo, que Italia ha retrocedido hasta el puesto 67 en la lista confeccionada por el Observatorio Mundial de las Libertades Civiles. Es imposible no reírse con los sketches e imitaciones devastadoras de la actriz y realizadora, una especie de Jennifer Saunders política. Pero también se nos hace un nudo en la garganta al oír algunos de los testimonios, como el del actor de teatro y satírico Beppe Grillo, el “enemigo no 1” de Berlusconi y, por lo tanto, boicoteado en todas las televisiones a pesar de su gran popularidad. En la rueda de prensa, pide a los periodistas que se rebelen o, al menos, que escriban lo que piensan o describan lo que ven. La incomodidad que afloró en las expresiones es una vergüenza para la profesión.

Pero la emoción es aún más fuerte cuando el patriarca Giorgio Pieroni, uno de los periodistas más respetados del país, despedido de la RAI con un carro lleno de insumisos, casi no puede hablar al evocar la suerte de la libertad y de la democracia en Italia.

A pesar de haberse colado por la puerta trasera y tener que soportar los exasperados sarcasmos de los políticos de la Liga Norte, furiosos al ver aterrizar en el Lido a este ovni tan irrespetuoso como inesperado, ¡VIVA ZAPATERO! es la película política que se echaba en falta en la Mostra, un documental capaz de llamar fascista a un fascista, de echar la verdad a la cara de todos antes de los festejos del cierre y de recordarnos hasta qué punto, bajo la bota del berlusconismo, está desfigurado el bel paese. La valentía de Sabina Guzzanti debería ser algo natural, pero ahora se convierte en heroica. Ella es la auténtica Zapatera.

Olivier Seguret - LIBERATION

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