Francisco Vargas

Después de cursar estudios de Arte Dramático en el Instituto de Bellas Artes,se matriculó en la Universidad Autónoma Metropolitana para estudiar Comunicacion además de Arte Dramático en el taller Hugo Argüelles. En 1995 empezó a estudiar Dirección y Cinematografía en el Centro de Estudios Cinematográficos de la Universidad.

CONEJO,su primer corto,se forjó una sólida reputación en el circuito internacional de festivales.

Durante cinco años se dedicó a la producción de programas radiofónicos para la promoción y preservación de la música tradicional mexicana.

A partir de 1997 empezó a trabajar como director de fotografía de anuncios,documentales y cortos.

En 2004 dirigió un documental,TIERRA CALIENTE... SE MUEREN LOS QUE LA MUEVEN,aclamado por la crítica nacional e internacional.

El corto EL VIOLÍNfue seleccionado por la Cinéfondation del Festival de Cannes.

En 2006, el Festival seleccionó EL VIOLÍN, su primer largometraje, para la sección “Una cierta mirada”.
Entrevista con Francisco Vargas

Es una película llena de encuentros y de música, ¿qué le inspiró para escribir el guión de EL VIOLÍN?
Siempre había tenido ganas de escribir un guión sobre la realidad oculta de México, sobre los que Luis Buñuel llamó LOS OLVIDADOSen 1950. Para hacerse oír, esas voces olvidadas recurren incluso a las armas. Además de las numerosas guerrillas y conflictos de América Latina, me inspiró una novela de Carlos Prieto donde se narran las increíbles aventuras de un violonchelista. La fuerza de este músico, que va cada día al campamento enemigo para tocar el violonchelo que le confiscaron hasta conseguir que se lo devuelvan, me marcó y se me quedó grabada. Me recordó toda la literatura en que la música y la guerra entran en un peligroso juego dialéctico.

¿EL VIOLÍN hace referencia a una actualidad política?
Es una protesta por el México escondido, el de unas voces ahogadas que acaban por tomar las armas para hacerse oír. Es una película que plantea preguntas que se han quedado sin respuestas. Es increíble que la violación de los derechos humanos, la marginalidad, la miseria de millones de personas, la represión armada, la carencia de democracia o de justicia social sean los grandes temas ausentes de los discursos políticos.

Para definir a la guerrilla, insiste mucho en las voces ahogadas, las voces recuperadas a través de la música. ¿Ha realizado un trabajo específico en cuanto al sonido?
Queríamos obtener un máximo de ambientación natural. Enfoqué el diseño del sonido hacia un empobrecimiento progresivo para marcar un crescendo muy sensible desde el silencio hasta la música. Quise que el espectador sintiera el peso del silencio del bosque donde se esconde la guerrilla, de los gritos desgarradores de los pájaros, de la profundidad de la vida nocturna. El espectador escucha el espesor del silencio de los oprimidos. Escucha la pesada amenaza de las armas de los militares.

¿La música de la película tiene que ver con la música popular mexicana?
Desde pequeño he oído música popular mexicana. En mi primer largometraje quise que la música tradicional ocupara un lugar importante. El estribillo que suena a lo largo de la película y que Lucio canta al final pertenece a una canción clásica mexicana. A pesar de que las diversas músicas tradicionales mexicanas se pierden poco a poco por falta de reconocimiento a escala nacional y apoyo público, siguen teniendo una riqueza impresionante. La mayoría de los temas musicales de la película, el de la taberna, el del campamento de refugiados y el del final de la película, están compuestos por el ahijado de Don Ángel (Don Plutarco), Cuauhtémoc de Tavira.

¿Los diálogos hacen eco al trabajo realizado por la música?
Me gusta escribir diálogos y trabajarlos hasta conseguir que se acerquen lo más posible a la realidad cotidiana. He querido que fueran fieles a la tradición oral:la economía verbal, el acento rural y expresiones idiomáticas. En este sentido, Don Plutarco es el personaje más enigmático de todos. Habla utilizando letras de canciones, proverbios, palabrotas, fórmulas orales. La canción y el cuento que enseña a su nieto Lucio son ejemplos típicos de la tradición oral tal como se oye en México.

¿Quiso que el juego interpretativo de los actores reforzara ese realismo popular muy cercano al documental?
Siempre quise que se tuviera la sensación de estar en una realidad documental. Por eso me esforcé en crear ambientes totalmente realistas que van más allá de la “realidad”de la ficción tradicional. Para conseguirlo, decidí trabajar con actores no profesionales, gente de las comunidades rurales e indígenas, apoyados por algunos actores profesionales. La mayoría de los personajes y toda la figuración fueron escogidos en los lugares donde rodábamos. Don Ángel Tavira, que interpreta a Don Plutarco, el protagonista, no es un actor profesional. Sin embargo, es un auténtico descubrimiento:músico popular, virtuoso del violín, empresario, hombre sensible, actor nato.

¿La película hace referencia a un contexto histórico preciso?
Cuando escribí el guión, permití que hubiera un doble juego. Por un lado, la película se refiere a situaciones conflictivas y a guerrillas que llevan al espectador a pensar en las luchas populares mexicanas en el sentido de Zapata y de su reivindicación “Tierra, justicia y libertad”, y las de El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Chile e incluso Colombia. Por otro lado, construí la historia de forma que no hubiera un contexto espacial o temporal concreto. Aunque la película se refiera a acontecimientos sociopolíticos, nos esforzamos en no particularizar y englobarlos a todos con el fin de simbolizar la lucha del pueblo latinoamericano en su conjunto.

¿Cómo consiguió obtener el tono narrativo de la interpretación de los actores?
Para conseguir el tono dramático hiperrealista, quise sobre todo que se mantuviera la simpleza de los diálogos, que fueran populares y ahorrativos. Algunos actores procedían del teatro y no fue difícil llevarlos al universo de la frase única y del silencio. Los demás eran voluntarios: su espontaneidad y entusiasmo creó un ambiente único durante el rodaje. Además, su profundo conocimiento de los lugares donde rodábamos prestaba a sus actitudes y diálogos un realismo crucial para la película. Concentré toda la tensión de la acción dramática en la oposición entre Don Plutarco y el capitán. Aunque la atmósfera de la película pueda recordar a una guerrilla u otra, el encuentro entre los dos hombres, su pasión común por la música durante el sin sentido de la guerra, permite descubrir la humanidad universal de la película. La de dos seres obligados a realizar una terrible elección:seguir sus ideales hasta el final, o comprender al otro y cambiar de bando. Cumplir con el deber o traicionar... La música o las armas.

 
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