En 2008 los 2.000 habitantes de Guanzhou, una isla fluvial en el Sur de China, fueron desalojados para dar paso a nuevos proyectos de planificación urbana, un supuesto complejo ecológico. Un destino que comparten cinco mil millones de ciudadanos rurales de China cada año. A pesar de la demolición de sus casas y la presión policial, un puñado de habitantes regresa a la isla. Durante siete años, el director filmó la resistencia de esos habitantes para salvar su tierra ancestral, desde las ruinas del pueblo donde la maleza va creciendo lentamente hasta las construcciones de la megalópolis que inexorablemente avanza hacia ellos.