Entrevista con
Kristin Scott Thomas
¿Qué le atrajo cuando Catherine Corsini le habló del proyecto?
Catherine. Ella me sedujo enseguida; es un personaje muy especial, un poco extremo. Me gustan mucho sus películas, siempre hay algo muy potente, muy lírico. Se atreve a tocar otros temas. Vino a verme y me habló de un proyecto que quería hacer conmigo. La historia de una mujer de mi edad a la que le pasa lo que a muchas hoy en día… Es increíble la cantidad de parejas que se rompen. Se llega a los cuarenta y todo empieza a hacer aguas. Me interesaba el tema, y no solo porque a mí también me ha pasado. Además, me atraía trabajar con un equipo así: Catherine en la dirección; Fabienne Vonier, una productora que me gusta mucho y que hace un cine muy hermoso; Agnès Godard como directora de fotografía… Me apetecía estar con esas mujeres, contar con ellas la historia de una mujer que lleva años viviendo medio ahogada y que cree poder reinventar la segunda parte de su vida. Conozco a mujeres cuyos maridos no consideran que deban tener una tarjeta de crédito ni trabajar. Están atrapadas y algunas se enfrentan a la violencia de género.
¿Cómo definiría el personaje de Suzanne?
Es una mujer que, en un momento de su vida, hace un balance y no le gusta lo que ve. Dejó de trabajar para criar a sus hijos. Ahora son adolescentes a punto de ser adultos y Suzanne quiere volver a su profesión de kinesioterapeuta. Con cierta condescendencia, su marido Samuel decide ayudarla a instalar una consulta… al fondo del jardín, para que no se aleje demasiado. Está claro que él lo considera como un capricho. Suzanne quiere a su marido, que le da todo lo que quiere: ropa cara, una casa cara, un coche caro, espléndidas vacaciones, pero que siempre la menosprecia. Es SU mujer, le pertenece, es parte de su estatuto social. Y de pronto, conoce a un hombre opuesto a su marido. Amable, atento, simple. Es albañil, catalán, con cierta tendencia al timo. Viene de un ambiente totalmente diferente y vive en un sitio horrible. Suzanne es presa de una especie de revelación a la que se añaden un deseo y un placer sexual que creía haber olvidado.
¿Qué le conmueve más de su personaje?
Su esperanza y su ingenuidad. Cree que puede cambiar de vida, que puede volver a encontrar el amor, empezar de cero. No le importa ser cajera. El orgullo no es nada comparado al deseo y al amor. Pero la relación está abocada al fracaso. También me interesó que, cuando decide irse, nada puede detenerla, ni sus hijos. Apenas se siente culpable. Enseguida pasa a otra cosa, recorre su camino. Me gusta esa libertad…
¿Entiende la reacción del marido, su chantaje económico?
Sí, porque es la única arma de la que dispone. Hay una escena conmovedora, cuando la acusa. Él está emocionado, desestabilizado; ella le reconforta y le promete no volver a ver a su amante. Pero no puede cumplir su promesa. Está dispuesto a cualquier cosa para que se quede. Entiendo lo que hace, aunque me parece intolerable. Pero Yvan Attal lo interpreta tan bien que casi nos ponemos de su lado.
¿Entiende la reacción final de Suzanne?
Desde luego, yo habría hecho lo mismo. (Ríe) Solo podía acabar con un drama. Sobre todo porque a Suzanne le ciega el deseo de volver a empezar. En un momento, pierde pie completamente, está a punto de volverse loca. Nadie puede aguantar la violencia por la que ha pasado. Al final se siente totalmente oprimida, está atrapada. La escena de amor entre el marido y la mujer cuando consigue hacerla volver es espantosa. Entiendo que ella quiera escaparse como sea, no importa el precio que deba pagar.
¿Hay escenas que le dan más miedo que otras?
Como siempre las escenas físicas. Pueden ser escenas violentas o escenas de amor, siempre es complicado. En esta película, al haber muchas mujeres en el plató, cada una opinaba en las escenas de amor: “Deberías hacer esto, mejor hazlo así…” Eran solidarias, trabajamos en grupo. Aunque no me guste rodar ese tipo de escenas ni tampoco verlas después, reconozco que en esta ocasión me gustan. Es una historia clásica, pero la forma en que Catherine la ha rodado no tiene nada de clásico. Cada vez que Suzanne ve a su amante, y una vez consumada la relación, solo se ven brazos que se cruzan, se atrapan… Me parece muy hermoso. Es una película muy sensual. Basta con ver cómo filma la naturaleza, el campo, la orilla del mar. También me gusta el trabajo que se ha hecho con el sonido. Por un lado están los grillos, las cigarras y, por otro, en el barrio de Sergi, las motos, los gritos de los niños…
¿Cómo describiría a Catherine Corsini como directora?
Es muy instintiva, directa y también bastante… brutal. (Ríe) Es frontal, apasionada. Pero volvería a trabajar con ella mañana mismo. No tiene miedo; es exigente y rigurosa. Si no consigue lo que quiere, lo describe con exactitud y quiere que los actores la obedezcan. Funcionó bien conmigo. Me gusta que me pongan contra la espada y la pared. Prefiero eso a alguien que se conforma con la primera toma.
¿En qué se complementan Catherine Corsini y Agnès Godard?
Agnès es una auténtica intelectual, piensa mucho. Es capaz de describir con precisión el plano que va a hacer. Me gustó mucho trabajar con ella. Es fascinante; es una mina de referencias y de información. Es entusiasta y tierna a la vez. Es pequeña y fuerte; debe serlo para rodar cámara al hombro. Desde luego, se complementan. Agnès es tranquila, muy metódica, reflexiva, mientras que Catherine busca, duda, bulle… Fue muy divertido verlas trabajar juntas.
¿Cómo fue rodar con Sergi López?
Me gusta mucho trabajar con él porque es un actor que realmente hace un trabajo físico. Todo lo que hace, todo lo que expresa, pasa por el cuerpo, y no es algo habitual… Puede que venga de su formación en París con Jacques Lecoq. Habita el personaje a través del cuerpo. Me gusta trabajar con alguien que actúa en vez de pasarse el tiempo analizando el personaje.
Después de Hace mucho que te quiero, de Philippe Claudel, vuelve a interpretar a una mujer que quiere tener una nueva vida. ¿Cree que el cine francés la ve así?
No, más bien me parece que son personajes que encajan con mi edad. Personajes que evocan, cada uno a su manera, la crisis de los cuarenta y lo diferente que puede ser.