Toda una vida para decir “TE QUIERO”. Ochenta años para
empezar una historia de amor... Y todo por culpa de un juego... O quizá gracias
a un juego. Sophie y Julien han diseñado las reglas del juego. Y
serán, de por vida, los árbitros... y, a menudo, las víctimas.
“¿ Te atreves?” “Me atrevo”. Se atreven a todo, desde lo
mejor a lo peor. Ridiculizan los tabúes, se saltan las prohibiciones,
se enfrentan a la autoridad, ríen, se hacen daño. Son capaces
de todo... excepto de reconocer que se quieren. El juego empieza con un
desafío inocente: un desafío para olvidar que mamá está muy
enferma... para olvidar que toda la clase la llama “polaca guarra”.
Después de unos cuantos desafíos, el juego se ha convertido
en lo más bonito, lo más intenso de la vida de los dos niños.
Juegan, se quieren... El juego, el amor... El amor, el juego... Pero es
mucho más simple ser sólo amigos. La vida pasa, el juego
sigue cada vez más intenso, como la pasión... Y cada vez
que contestan “Me atrevo” están diciendo “Te quiero
más que a mi vida”. “¡Me
atrevo!”