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Director francés de origen rumano. Antes de dejar Rumania,
perteneció a una compañía de teatro (como autor,
director de escena y actor) y fue actor en el Teatro Yiddish de Bucarest.
Abandonó Rumania en 1980, huyendo de la dictadura de Ceaucescu.
Se fue primero a Israel antes de llegar a Francia para cursar estudios
en el IDHEC (Instituto de Estudios Superiores de Cinematografía)
de 1980 a 1983.
ENTREVISTA
¿
Cómo nació el proyecto?
Como todas mis anteriores películas, VETE Y VIVE nació a
partir de la idea del combate que debe llevar a cabo el ser humano
para liberarse de sí mismo, para dejar atrás el
pequeño caparazón que le protege. Dicho así,
parece muy teórico y reflexionado, pero yo sólo
me dejo llevar por las historias que me emocionan, que me escogen
como yo las escojo a ellas. Necesito meter a mis protagonistas
en situaciones con un fuerte dramatismo para obligarme a hacerme
preguntas que me parecen esenciales.
¿
Cómo nació la idea de hablar de los falashas?
Me acordaba de la “Operación Moisés” y
de la repatriación de los judíos etíopes
a Israel en 1984/85, pero no tenía conciencia de la enormidad
de esta aventura humana. Quizá fue una de las más
complejas del siglo XX por las preguntas que suscitó.
Conocí a un judío etíope en un festival
de cine en Los Ángeles y entendí que los falashas
sólo hacían el papel de figuración en este
asunto cuando, en realidad, eran los protagonistas. Me contó su
epopeya, el viaje andando hasta Sudán donde su vida peligró,
los campos de refugiados, la acogida en Israel. Me emocionó mucho
y también me sublevó el hecho de que no se hablara
más de esto.
¿ Tuvo que investigar mucho?
Reflexiono varios meses, incluso años, antes de desarrollar
un proyecto. Al cabo de un tiempo, es como si el tema me cogiese
de la mano y me llevara consigo. En ese momento, suelo escribir
una sinopsis de unas diez páginas, y Alain-Michel Blanc,
mi coguionista y yo, empezamos a investigar. Para VETE Y VIVE
hemos leído mucha documentación y hemos hablado
con algunas de las personas implicadas en la “Operación
Moisés”: etíopes, miembros del MOSAD, del
Ejército de Tierra y de las Fuerzas Aéreas, sociólogos,
historiadores.
También entrevistamos a Gadi Ben Ezer, el único
psicólogo que ha sabido traspasar el misterio del alma
etíope, y a varios etíopes no judíos que
viven en Israel clandestinamente. Grabamos muchísimas
horas de entrevistas de gran riqueza que alimentaron la ficción
e inspiraron algunos de los diálogos.
La historia de los falashas tiene una dimensión religiosa,
política y mítica.
La película intenta traducir esa triple dimensión.
El mito tiene un lugar de importancia en todo lo que rodea a
los falashas ya que se sigue diciendo que son los descendientes
de una unión entre la reina de Saba y el rey Salomón.
Pero su auténtica leyenda es bíblica, ya que son
los únicos que todavía siguen los dictámenes
de la Torá original. La primera vez que vi fotos suyas,
pensé en Moisés. Tuve la impresión de que
venían de otro mundo.
Siempre pensaron que llegarían a Jerusalén ya que
está escrito en la Torá que regresarían
a Tierra Santa en las espaldas de una inmensa águila,
por eso no les asustó subirse a un avión.
El protagonista se llama Schlomo como en «
El tren de la vida», ¿es una coincidencia o fue
hecho a propósito?
Un periodista americano me preguntó si el Schlomo de «El
tren de la vida» sobrevivía ya que la película
acababa con él en un campo de refugiados, antes del fin
de la guerra. Hasta entonces, nunca me había hecho esa
pregunta y le contesté que mientras no le olvidásemos,
sobreviviría. No le he olvidado, ha dejado el campamento
bajo la forma de un niño.
Háblenos de la estética de la película.
La película debía ser en parte documental para
respetar al cien por cien la realidad histórica, además
de darle un carácter épico para que los personajes
fueran seres excepcionales. Pero no quería convertir los
sufrimientos de esta gente en espectáculo; tampoco podía
enseñar un campo de refugiados con miles de personas muriendo.
Por eso, más que enseñar, he intentado sugerir.
La única forma de evocar la dureza del campamento es enfocar
el rostro de la madre cuyo hijo acaba de morir. Se puede entender
la realidad del campamento a través suyo.
Por otra parte, y a pesar de rodar en Scope, quería estar
muy cerca de los personajes, sobre todo del niño. Conseguimos
rodar a su altura para adoptar su punto de vista.
Enfoca mucho los rostros, la piel.
Quería que la película fuera táctil. La
piel tiene un papel fundamental en toda la película, aunque
sólo sea porque el niño es negro y está en
una sociedad blanca, como lo demuestra la escena en que la madre
adoptiva, interpretada por Yael Abecassis, le lame la cara y
los granos para defenderle contra el racismo. Sólo así podrá convencer
a los demás de que una piel negra no es portadora de enfermedades
o peligros.
¿
De donde partió para elegir el título de la película?
Uno de mis libros favoritos, Vida y destino, de Vassili Grossman,
me inspiró el título. Efectivamente, corresponde
a las etapas de la vida de Schlomo. La despedida de la madre
y el viaje hacia la supervivencia; la adolescencia, el amor y
la reconciliación con la vida; y la consecución
del destino: sé un hombre, tal como le decía su
madre tiempo atrás.
¿Está de acuerdo en que es una película
que gira alrededor del cordón umbilical, de la unión
fundamental con la madre?
Desde luego. La película gira alrededor de la búsqueda
desesperada de la madre, y habría podido llamarse “El
niño de las madres”. Schlomo tiene la suerte de
conocer a cuatro madres excepcionales. La primera, una madre
capaz de decir “No es hijo mío” para salvarle;
la segunda, una judía etíope, que encuentra una
razón de vivir acogiendo a Schlomo y alejándole
de la muerte; la tercera, la madre adoptiva procedente de otra
cultura que se acerca a él; y la última, Sarah,
la mujer enamorada que, al convertirse en madre, acaba por entenderle
y le manda de vuelta a la primera madre.
Volvemos a encontrar el tema del “buen impostor” que
está en todas sus películas.
Me cuesta explicarlo. Puede que se deba al hecho de que mi padre
se apellidaba Buchman y tuvo que cambiar de apellido durante
la II Guerra Mundial para sobrevivir. Se convirtió en
Mihaileanu para pasar desapercibido durante el régimen
nazi y luego, el estalinismo. Creó un conflicto en mi
interior. También me dolió que me consideraran
como un extranjero, tanto en Rumania como en Francia. Quizá por
eso mis personajes lo pasan muy mal al principio y dicen ser
lo que no son, intentando liberarse de sí mismos y lanzar
un puente hacia los demás.
Además de describir la trayectoria de Schlomo, reflexiona
sobre los últimos veinte años en Israel.
Yael Abecassis me dijo algo muy exacto: la mirada interior y
exterior llena de ingenuidad, de frescura, de un niño
que no es ni judío, ni israelí, ni palestino, pero
que lo es todo a la vez, es en realidad la mía. Schlomo
escapó de las garras de la muerte y se hace las mismas
preguntas que me hago yo. Schlomo cree que estos dos pueblos
que se enfrentan, el judío y el palestino son las víctimas,
como él, de un conflicto que ya no controlan. No puede
juzgar el conflicto desde un punto de vista político,
sino humano. No puedo juzgar veinte años de historia de
un país desde la política; sólo puedo hacer
preguntas sobre consecuencias humanas microscópicas.
Denuncia una especie de “apartheid” en el seno de
la sociedad israelí referente a los negros que acaban
de llegar.
Israel, como cualquier otro país, tiene varias caras.
Hay gente que acoge a los etíopes con los brazos abiertos
como lo hace la familia adoptiva de Schlomo, el comisario de
policía, Sarah, mientras que otros los rechazan. No acuso
a Israel de racismo, sólo a algunos de sus habitantes.
A menudo se pide a Israel que se comporte de forma excepcional,
que sea una Tierra Santa, pero olvidamos que lo pueblan seres
humanos con cualidades y defectos como en cualquier otra parte.
¿
Cómo ha enfocado la religión en la película?
De diversos modos. Denuncio a los fanáticos que decidieron
convertir a los etíopes al judaísmo, a la fuerza,
a pesar de un éxodo de lo más trágico en
el que hubo 4.000 muertos sólo por hacer realidad el sueño
de llegar a Jerusalén. Alejados del mundo, los falashas
creyeron durante 2.000 años que eran los únicos
judíos. A pesar de su soledad, defendieron y perpetuaron
su gran diferencia. La humillación que sufrieron por parte
de los fanáticos todavía no está del todo
curada. También hablo de los moderados a través
del rabino de Schlomo, el Qes y, sobre todo, de la controversia
talmúdica. Me parece interesante cuestionar la religión
en cuanto a la interpretación, no al dogmatismo, porque
accedemos al plano espiritual y dejamos el político.
¿ Era importante que la familia que acoge a Schlomo
fuera de izquierdas?
Sí, porque añadía un toque humorístico
gracias a un cierto malentendido. La familia imagina que Schlomo
es judío practicante, muy religioso, y Schlomo no puede
decirles lo contrario. Aquí tenemos a una familia de izquierdas
dispuesta a hacer todo lo posible para Schlomo sin por eso esconder
que son ateos.
Además, quería mostrar la otra cara de Israel.
Me refiero a la gente de izquierdas que buscan la paz y deben
hacer frente a un dilema: irse para evitar a sus hijos otra guerra
en la que no creen, o quedarse para hacer frente a los halcones.
¿
Por qué hizo un personaje positivo del policía
al que Schlomo se confiesa?
Schlomo no se atreve a contar su secreto a la gente que le rodea.
Me divirtió la idea de que se lo confesara a los “malos”,
la prostituta y el poli. No quise que el policía fuera
negativo para no caer en un lugar común; es parte de los
israelíes que quieren a los etíopes y que los ven
a diario. Quería que se enojara cuando Schlomo se rinde.
No tiene un papel muy grande, pero me gusta mucho.
Aunque sea una película dramática, el humor
es constante.
Para mí, la buena comedia siempre tiene raíces
en la tragedia. Creo en el equilibrio entre la perfección
y la imperfección. La una se alimenta de la otra, la una
no puede vivir sin la otra. Me gusta la imperfección sublime
de la vida. El humor es una bofetada al fascismo y al oscurantismo,
es el arma del débil, del pobre, una forma de engañar
a la muerte con chispas de vida, de echar a la barbarie. Sólo
puedo salir del melodrama, volver a la superficie, gracias al
humor.
La historia que cuenta no tiene nada que ver con el anverso del
Holocausto.
Israel, un país de 21.000 kilómetros cuadrados,
intentó salvar a los etíopes que podía salvar.
Eso no significa que condenase a los demás, a los que
se quedaron en los campos de refugiados sudaneses. Es muy fácil
acusar a Israel de haber hecho una selección, pero ningún
otro país abrió sus puertas a los cristianos y
a los musulmanes que morían por decenas de miles. Salvar
a los judíos etíopes no tuvo nada que ver con el
Holocausto donde los nazis seleccionaban a los que mandaban a
morir.
Háblenos de la iluminación y de los colores.
Para la primera parte, en los campamentos, quería que
la película fuera más bien monocromática,
con tonos grises, amarillo arena, verdosos. Además, allí,
el sol lo decolora todo, la vida, la ropa, las tiendas. La película
no adquiere brillantez hasta la llegada a Israel cuando el niño
se ducha. El agua refleja la luz y eso le sorprende, la vida
vuelve.
Se pasa progresivamente al color que invade la película
durante la adopción.
¿
Cómo escogió a los actores?
Lo más difícil fue encontrar a los tres que interpretarían
a Schlomo, sobre todo al más joven. Debía ser simpático,
buen actor y hablar tres idiomas. Nos dimos un plazo de cuatro
meses para encontrarle. Le buscamos en Francia, Etiopía,
Djibuti e Israel. Luego hubo que encontrar a los otros dos, que
además debían parecérsele. Queríamos
actores muy naturales. Tuve mucha suerte; Sirak, el actor que
interpreta a Schlomo adulto estaba siempre a mi lado, aunque
no tuviera que rodar, para ayudarme con los dos más jóvenes
y crear una unión. Esta película ha sido posible
gracias a él.
En cuanto a Yael Abecassis, hace doce años al menos que
la admiro y que soñaba con rodar con ella. No es casualidad
que su personaje lleve su nombre. Es tremendamente generosa,
una gran actriz, una madre como no las hay, una ciudadana de
verdad, preocupada y desgarrada por la situación de los
israelíes y de los palestinos.
Para interpretar a su marido, necesitaba a un actor francés
que fuera apuesto, creíble cuando hablara sefardí,
y que también hablara hebreo. Escogí a Roschdy
Zem por sus cualidades como actor y como ser humano. Habla árabe
y no le costó aprender hebreo. En su primera escena en
hebreo, tiene un largo monólogo, y todo el equipo israelí le
aplaudió. Roschdy hace el papel del personaje que encarna
a Israel: es apuesto y seguro de sí mismo al principio
de la película, está casado con la más guapa
del mundo, pero cuando se enfrenta a una grave crisis económica
y moral, le invaden
la duda y la depresión, cae en el abismo.
Háblenos de la música. Tiene grandes dosis de
lirismo.
A mi modo de ver, la música encarna la parte invisible
de un personaje o de una película. No me gustan las músicas
ilustrativas redundantes en relación con la imagen. El
compositor Armand Amar, que también trabaja para Costa-Gavras,
ha sabido ser minimalista para adaptarse al estilo documental,
y mucho más amplio, más épico, en las escenas
líricas. La genialidad de Armand fue mezclar las voces,
el chelo y los sonidos rugosos e imperfectos del duduk, un instrumento
armenio tradicional, con una orquesta clásica. El duduk
representa muy bien a África y la nostalgia de la tierra;
la voz cuenta la odisea de una mujer que busca a su hijo; el
chelo expresa la locura de la guerra, la injusticia de los campamentos,
y la orquesta nos lleva a la civilización occidental.
La música es una metáfora de la profunda mezcla
de identidades de Schlomo. Por muy diferentes que sean los instrumentos
y los elementos, gracias a este niño que va creciendo,
componen una sinfonía.
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FILMOGRAFÍA |
Como director |
1993 |
TRAIDOR (TRAIR)
Festival de Cine de Montreal 1993:
Gran Premio de las Américas, Premio a la Mejor Interpretación Masculina,
Premio a la Mejor Ópera Prima
Festival de Cine de Estambul 1993:
Premio Especial del Jurado |
1998 |
EL TREN DE LA VIDA (TRAIN DE VIE)
Festival de Sundance 1999:
Premio del Público
Mostra de Venecia 1998:
Premio de la Crítica,
Premio Donatello 1999:
Premio a la Mejor Película Extranjera
Nastro di Argento 1999:
Mejor Película Europea
Festival de Miami 1999:
Premio del Público
Festival de Sao Paulo 1998:
Premio del Público,
Premio de la Crítica |
2004 |
VETE Y VIVE (VA,VIS ET DEVIENS)
Festival de Cine de Berlín 2005:
Premio del Público,
Premio Europa Cinemas |
Como guionista |
1988 |
LE BANQUET (Marco Ferreri) (TV) (coguionista)
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1993 |
TRAIDOR (coguionista)
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1995 |
1 ENVELOPPE POUR 2 (Coguionista)
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1995 |
EL TREN DE LA VIDA
(Gran Premio Canal+ al Mejor Guión)
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2000 |
ILE SAINT LOUIS
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2001 |
LES PYGMÉES DE CARLO (TV)
(con Alain-Michel Blanc)
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2002 |
LE CONCERT (TV)
(con Alain-Michel Blanc)
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2003 |
VETE Y VIVE
(con Alain-Michel Blanc) |
Como escritor |
1985 |
Colaboración para la Enciclopedia del Cine
de Roger Boussinot
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1987 |
Publicación de la colección de poemas “Une
vague en
mal de mer”
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2005 |
Escribe la novela “Va, vis et deviens”
(Vete y vive) en colaboración con Alain-Michel Blanc |
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