Una pareja sumida en el dolor se retira a una cabaña perdida en medio del bosque, llamada “Edén”, con la esperanza de que el contacto con la naturaleza cure sus corazones rotos y su tambaleante matrimonio. Pero la naturaleza sigue su curso y las cosas empiezan a ir de mal en peor.
El director se confiesa
Pasé por una depresión hace dos años. Fue una experiencia nueva para mí. Todo, fuese lo que fuese, carecía de importancia, era trivial.
No podía trabajar.
A los seis meses decidí escribir un guión a modo de ejercicio.
Era un poco como una terapia, una forma de saber si sería capaz de volver a hacer una película.
Acabé el guión y rodé la película sin mucho entusiasmo, usando la mitad de mi capacidad física e intelectual.
Tampoco trabajé en el guión como es habitual en mí. Añadí escenas sin tener una razón para hacerlo.
Compuse imágenes sin pensar en la lógica ni en el dramatismo.
Una vez más el tema era la Naturaleza, pero era diferente, mucho más directa que antes. Más personal.
No hay un código moral específico en la película, y está basada en lo que algunos llamarían “necesidades básicas” en cuanto a la trama.
De joven leí a Strindberg. Me entusiasmé con lo que escribió antes de trasladarse a París y volverse alquimista,
y con lo que escribió durante su estancia allí… el periodo que luego describiría como su crisis en el infierno.
¿Ha sido ANTICRISTO mi crisis en el infierno? ¿De ahí mi afinidad con Strindberg?
No tengo ninguna excusa para ANTICRISTO, solo mi profunda fe en la película, la más importante de toda mi carrera profesional.
Lars von Trier, Copenhague, 25 de marzo de 2009