Entrevista con Jean-Pierre Darroussin
(El jardinero)

¿CUÁNDO CONOCIÓ A DANIEL AUTEUIL?

Jean Becker nos invitó a comer para hablar de «CONVERSACIONES CON MI JARDINERO». Una vez nos cruzamos en el pasillo del Fouquet’s y que nos saludamos con mucha educación. O sea, que no nos conocíamos. Me atrajo mucho la idea de trabajar con él en este proyecto, una historia que se concentra en dos personajes. También me pareció bastante atrevido hacer una película tan minimalista, que trata de dos personajes y de sus conversaciones. Me atraía el jardinero, me hacía pensar en mi padre.

¿EN QUÉ SENTIDO?
Por su forma de hablar. Las expresiones populares un poco anticuadas y llenas de imágenes, el idioma típico de las personas que siguen atadas a la tierra, despertaban un eco en mi interior. Mi padre era estañador, pero venía del campo. Al igual que el jardinero en la película, hacía de todo.

¿NO LE HIZO DUDAR UN POCO QUE JEAN BECKER PENSARA PRIMERO EN JACQUES VILLERET PARA INTERPRETAR AL JARDINERO?
No. Sentía el personaje, enseguida vi cómo podía interpretarlo. Además me proponía hacer el papel de jardinero, no de Jacques Villeret. Eso sí, Jean tardó casi una semana en darse cuenta de que no trabajaba con Villeret, sino conmigo. Fue una primera semana difícil para todos. Creo que Jean estaba bastante preocupado preguntándose en qué acabaría una película basada en los diálogos de dos personas. Era muy brusco, un poco colérico. Nos desestabilizó a Daniel y a mí. Pero nos llevamos bien enseguida, así que nos aguantamos y ensayamos juntos. Había mucho texto que memorizar, que preparar.

¿ES LO QUE MÁS LE PREOCUPABA?
Sí. Es casi como un texto para el teatro. Es un diálogo muy definido, con un vocabulario muy preciso; no se puede cambiar ni una coma, aunque a veces me permití añadir alguna imagen o alguna expresión mía. En el teatro se ensaya cien veces antes de salir al escenario. Hay tiempo para captar los matices, explorar los recovecos. Aquí solo disponíamos de unos cuantos ensayos, pero debíamos asimilar el texto para hablarlo más que interpretarlo.

¿SINTIÓ LA NECESIDAD DE LEER LA NOVELA DE HENRI CUECO?

No, no me gusta hacerlo. Lo que debo interpretar no está en el libro, está en el guión. La novela es otra, incluso otro punto de vista. A veces, mucho después de terminar la
película, leo el libro en que se inspiró, pero ya no hay nada en juego.

¿QUÉ LE CONMUEVE MÁS DEL PERSONAJE DEL JARDINERO?
Es un personaje que no hace trampas, está en contacto directo con la realidad, ha encontrado un sentido a su vida, es lo que busca el personaje del pintor, que se encuentra en un desierto afectivo. El jardinero sabe que ha trazado un surco recto. Puede mirarse en el espejo. Siempre ha sido honrado, leal. No ha hecho daño a nadie. Es un ser profundamente moral. Ha hecho su vida y, a partir de ese momento, su vida ha servido de algo. Desde el punto de vista humano, es lo que más me conmueve. Es la historia de la desaparición de un justo. Por eso es tan turbador, porque la gente como él escasea. Me gusta ese personaje, la forma en que anda, sus zapatos, sus pantalones, su motocicleta...

¿CÓMO SE COMPLEMENTA CON DANIEL AUTEUIL?
Me parece que vemos nuestra profesión del mismo modo, que pertenecemos a la misma familia de actores. Somos bastante tímidos y reservados. Respetamos nuestro trabajo y al personaje al que damos vida. Ante todo somos camaleones, esponjas de los diferentes arquetipos humanos que uno se cruza en la vida. Luego hay cierta fragilidad, vulnerabilidad, y un lado experimental. Nos preocupa buscar, avanzar siempre, nunca dar nada por hecho. Me veo cuando le miro trabajar.

Y COMO COMPAÑERO, ¿CUÁL ES SU MEJOR CUALIDAD?
La simpleza y la rectitud. Su comprensión de lo que está en juego. La capacidad de saber materializar una cosa inefable y palpable, misteriosa e íntima que nace entre los dos personajes. Su facilidad para entender el objetivo de la escena sin dispersarse en diversos estados anímicos hablando de conseguirlo. El hecho de saber que basta con decir el texto y escuchar a su compañero para que empiece a pasar algo. A eso llamo simpleza y rectitud. El hecho de que no apoya su vulnerabilidad en los demás, no gasta la energía de los demás con sus angustias. Es de agradecer y menos habitual de lo que pueda parecer.

Y JEAN BECKER, ¿CÓMO LE DESCRIBIRÍA EN EL RODAJE?

Es una fuerza de la naturaleza. Su energía circula por el plató, sus entusiasmos, dudas, angustias, su exigencia y voluntad. Lo expone sin más. Es un espectador casi infantil: enseguida se nota su alegría o desilusión. No esconde lo que piensa. Es directo. No me extraña que haya sido boxeador. Aguanta los golpes y los devuelve. Hay un intercambio. De hecho, el rodaje se parecía bastante a un partido de tenis; Daniel y yo formábamos
un jugador, una entidad, con él al otro lado de la red. Fue un placer.

EN SU OPINIÓN, ¿QUÉ CAUTIVÓ A JEAN BECKER DEL ENCUENTRO ENTRE EL PINTOR Y SU JARDINERO?

Ha conocido a mucha gente. Es alguien muy poroso, muy sensible, siempre está al acecho. Cuando su padre rodó La evasión, hablaba de la vida. Intenta rodar el misterio del encuentro. ¿Por qué esos dos hombres se hacen cómplices? ¿Por qué un artista intelectual, un parisino, un esteta se siente tan cercano a ese otro hombre tan sencillo? Porque algo resuena en su interior. Jean es muy nostálgico, está impregnado del cine que hizo su padre, de las personas que conoció en aquella época, e intenta comprender lo que había en aquella sociedad que no se basaba en el consumo, por qué la gente creía más en el trabajo que en el dinero, por qué estaban más dispuestos a servir a su vida en vez de esperar que su vida les sirviera. Jean está en el cruce de ambas generaciones. Vive con el sentimiento de lo que se ha perdido por los imperativos de la eficiencia.

HOY, MIRANDO HACIA ATRÁS, ¿CUÁLES SON SUS ESCENAS FAVORITAS?
La escena en la que el pintor fuma un canuto y el jardinero le observa. La escena en la que me como un arenque en el jardín. Las escenas en el Louvre, en el hospital. El momento en medio de las judías con música de Mozart. La escena de pesca fue un auténtico placer rodarla. Jean quería todas las luces del día. Estuvimos 12 horas en la barca, de 8:00 a 8:00. No pedimos nada, nos tiraban bocatas. Estábamos los dos, Daniel y yo; hablábamos entre toma y toma. Fue un auténtico momento de pescadores. Pero también nos unió algo a partir de ese momento.

Filmografía seleccionada

1983 NUESTRA HISTORIA (Bertrand Blier)
1985 KI LO SA ? (Robert Guédiguian)
1989 DIEU VOMIT LES TIÈDES (Robert Guédiguian)
1995 À LA VIE À LA MORT (Robert Guédiguian)
1996 MARIUS Y JEANNETTE (Robert Guédiguian)
1997 EL PULPO (Guillaume Nicloux)
1998 ¿QUÉ ES LA VIDA? (François Dupeyron)
1999 LA CIUDAD ESTÁ TRANQUILA (Robert Guédiguian)
AL ATAQUE (Robert Guédiguian)
2001 MARIE-JO Y SUS DOS AMORES (Robert Guédiguian)
2002 EL CORAZÓN DE LOS HOMBRES (Marc Esposito)
2003 LARGO DOMINGO DE NOVIAZGO (Jean-Pierre Jeunet)
  MI PADRE ES INGENIERO (Robert Guédiguian)
2005 LE PRESSENTIMENT (Jean Pierre Darroussin)
¿CUÁNTO ME AMAS? (Bertrand Blier)
2007 LADY JANE (Robert Guédiguian)
CONVERSACIONES CON MI JARDINERO (Jean Becker)