Müzeyyen Senar
Dice ser la última de una estirpe. Tiene 86 años. Nació en un pueblecito y vino a Estambul a los diez años. Creció en Üsküdar, a la sombra del gran puente, en la orilla asiática de la ciudad. De niña, tartamudeaba y se refugió en las canciones. Subió a un escenario por primera vez en 1933 y grabó su primer disco ese mismo año. Se convirtió en una estrella de la radio, salió con Atatürk en los años treinta, fue adorada por la clase alta en los cuarenta, sobre todo en Beyoglu, cuando aún se conocía como el «barrio francés». Las antiguas fotografías nos muestran una ciudad elegante, nada diferente de una metrópoli occidental.
Pero Turquía empezó a americanizarse y MÜZEYYEN SENAR y su música orientalizante de salón se vio relegada por la cultura pop. Dio su último concierto en 1983 y pronto fue olvidada. El Estado nunca se fió de ella, sus creencias bohemias la hacían sospechosa, y no fue reconocida oficialmente hasta hace poco.
No ha sido olvidada del todo gracias a SEZEN AKSU, que sigue invitando a la gran dama de la canción a que se una a ella en los escenarios, llamándola su «madre musical».También fue posible filmarla para este documental gracias a la cantante que reunió a una orquesta de
ocho músicos cuya media de edad era de 75 años.