Notas de los directores
Génesis
Enrique Fernández: En la época, yo debía tener diez años, Beto era un amable vecino que pasaba cada mañana a saludarnos. Siempre llevaba la camisa por fuera de los pantalones, y sus delgadas piernas parecían palillos cuando se montaba en una vieja bicicleta que daba la impresión de caerse a trozos. Beto vivía con su suegra, doña Leocadia, una piadosa anciana que quería mucho a mi madre. Para demostrar su afecto, le ofreció su dentadura postiza, que ella ya no usaba. Dos días después, mi madre se la devolvió con mil disculpas. Más tarde me confesó que la había probado, pero que no le valía. Durante 36 años, mi padre, que falleció en 1964, escribió letras de canciones para una orquesta de carnaval. Esas canciones me ayudaron a familiarizarme con todos esos personajes. Fueron parte de mi infancia y ahora son parte de la película. Conozco sus alegrías y sus tristezas. Los veo cada vez que voy a mi pueblo. Los conozco muy bien y los quiero.

César Charlone: En mi calidad de uruguayo que vive en Brasil, todos los temas que me vienen a la mente cuando pienso en cine tienen que ver con mi país natal. El primer documental que dirigí y produje en 1978 contaba con un presupuesto muy reducido y se rodó en Uruguay, Brasil, Argentina y Chile. Después de pasarme diez años dirigiendo anuncios, videoclips y series de televisión, tenía ganas de dirigir un largometraje. Había apuntado un par de ideas en el papel relacionadas con mi pasado uruguayo, pero no era fácil encontrar financiación en Brasil. Cuando óun buen comienzo. Leí el guión y descubrí que no solo la historia era maravillosa con personajes conmovedores, sino que podría hacer realidad el viejo sueño de rodar en mi país. Melo tiene algo muy especial. Es una ciudad uruguaya muy influida por Brasil. La mayoría de los habitantes de Melo hablan portugués.


Un trabajo a cuatro manos
César Charlone: Trabajamos mucho juntos antes del rodaje. Reescribimos la versión final, buscamos decorados... Me encantaba la historia de Enrique y estaba decidido a plasmarla en la gran pantalla con la mayor fidelidad posible. Por eso preparé un plan de rodaje muy detallado que revisamos juntos antes de dárselo al resto del equipo. Así, durante el rodaje, todos sabían qué debían hacer y por qué. Fue un rodaje simple y agradable. Además, Fernando Meirelles, el realizador de Ciudad de Dios y El jardinero fiel, con el que estaba trabajando, leyó el guión y se entusiasmó con el proyecto.

Enrique Fernández: Preparamos un plan de rodaje muy preciso y ensayamos antes de rodar. Hablamos mucho de los personajes, de las situaciones, de las dificultades de la película, de cómo debía ser filmada. El rodaje fue muy bien. Los dos nos ocupamos de la dirección de los actores. César se encargó sobre todo del aspecto visual, mientras yo me aseguraba de seguir fieles al guión.


Un reparto original
Enrique Fernández: El reparto está compuesto por actores profesionales y no profesionales. Los intérpretes profesionales son César Troncoso (Beto), Virginia Méndez (Carmen, la madre) y Nelson Lence (Meleyo, el aduanero). También están Hugo Blandamuro (el camarero) y Carlos Lissardy (Ches el loco). Los demás son habitantes de Melo. Ensayamos durante varias semanas para que se sintieran seguros y obtuvieran la agilidad y la concentración requeridas ante la cámara. Trabajamos con estupendos profesionales y actores no profesionales que demostraron ser grandes intérpretes, pero que nunca habían visto una cámara. Fue maravilloso.

César Charlone: Enrique siempre había pensado en César Troncoso y en Virginia Méndez, dos conocidos actores uruguayos, pero el reparto era muy amplio y no estábamos seguros de que mezclarlos con actores no profesionales diera los resultados deseados. Sobre todo si tenemos en cuenta que trabajan mayormente en el teatro. Era la segunda vez que trabajaba con Chris Duurvoort, el supervisor de ensayos. Es capaz de convertir un reparto dispar en homogéneo. Christian se desplazó varias veces a Melo para trabajar los personajes con los actores y enseñarles detalles, por ejemplo, cómo parecer un verdadero ciclista. Si vemos a Beto y a Valvulina, o a Carmen y a Silvia, cuesta decir cuál es el actor o actriz profesional.


Epílogo
César Charlone: Lo que más me gusta de EL BAÑO DEL PAPA son las diferentes dimensiones de la historia. Tiene una dimensión social, muy suramericana. Lo demuestra el hecho de que el héroe sea un contrabandista y que el malo sea la autoridad, el poder. Los códigos morales y sociales tienen poco que ver con los de Occidente. La historia trata de la necesidad de tener un sueño, de esperar algo mejor. También hay una historia de amor, una auténtica historia de amor, pero es una historia silenciosa, casi escondida. La de un padre que quiere ser querido, aceptado e incluso admirado por su hija.

Enrique Fernández: La historia acaba con un sueño roto, pero el espíritu no muere. Debe ser así porque la batalla de Beto, como probablemente la de todos los pobres del mundo, se libra día a día con convicción y valor. Algún día, como en todos los lugares de la tierra, la cultura y las tradiciones de los habitantes de Melo dejarán de existir, cambiarán o desaparecerán. Nuestro deseo ha sido plasmar sus retratos antes de que eso ocurra.

Algún día, como en todos los lugares de la tierra, la cultura y las tradiciones de los habitantes de Melo dejarán de existir, cambiarán o desaparecerán. Nuestro deseo ha sido plasmar sus retratos antes de que eso ocurra.

Enrique Fernández y César Charlone
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