NOTA DE INTENCIÓN DE ERAN RIKLIS (EL DIRECTOR)
Todos tenemos una misión en la vida. Y si no la tenemos, deberíamos esforzarnos en tener una. Creo que la mía consiste en interesarme por la vida de la gente, en fijarme en los cambios que afectan a la sociedad, en observar las tendencias actuales y pasadas, a echar una mirada cariñosa y sin concesión al alma y al corazón de los seres humanos, a ofrecer un espejo a mis contemporáneos para que puedan redescubrirse, a sugerir nuevas formas de ver el mundo en vez de contentarse con las tradiciones y las mentalidades estereotipadas. Mi misión es hacer películas.
El personaje del director de recursos humanos me interesó porque sentí que su misión era volver a descubrirse a sí mismo, algo muy próximo a lo que hace el cine.
Por eso decidí consagrarle una película. Tiene una misión misteriosa, se le ha impuesto, pero poco a poco se convierte en parte íntegra del personaje: es íntima y personal, pero también tiene una importancia nacional. Es una misión en la gran tradición griega y del teatro shakesperiano.
Su misión consiste en aprender a vivir con los muertos o, mejor dicho, en revelar y explorar la vida a través de la muerte. La muerte tiene el rostro de una mujer notable cuya sonrisa enigmática evoca a la Mona Lisa. ¿Quién puede resistirse a semejante mujer? Desde luego, ni el director de recursos humanos ni yo… Por eso emprendí este viaje con él, con ella y con todos los demás pasajeros.
ENTREVISTA CON EL DIRECTOR
¿Cómo nació la idea de adaptar la novela “El director de recursos humanos”, de Abraham B. Yehosua, para la gran pantalla?
Haim Mecklberg, el productor con el que trabajo, me propuso el proyecto porque pensó que encajaría bien conmigo. ¡Cuánta razón tenía!
Mi coguionista, Noah Stollman, y yo quisimos ser fieles al libro, pero sentirnos libres para ir en la dirección más conveniente por razones de narrativa y de realización. En mi opinión, la adaptación de una obra cinematográfica es una obra completa en sí misma, que ante todo debe funcionar de forma autónoma, sin necesidad de referirse a la novela.
¿EL VIAJE DEL DIRECTOR DE RECURSOS HUMANOS denuncia el cinismo del mundo empresarial?
No era ese el objetivo, aunque obviamente forma parte del proyecto. Me parece que la película no se refiere tanto al cinismo de la empresa, sino al cinismo y a la indiferencia que nos caracteriza a todos ante una persona extraña o cuando oímos hablar del sufrimiento de los demás. Para mí, el auténtico tema de la película es la búsqueda de nuestra humanidad y de cómo la vemos.
¿Por qué se decantó por una panadería?
En la novela se habla de una panadería, y me pareció pertinente dado que el pan es un alimento básico, que tiene sus orígenes de la tierra, y que está presente en nuestra vida cotidiana. Desde el punto de vista religioso, el pan simboliza el cuerpo, lo que funciona en la película, sin ser una metáfora muy obvia.
El personaje del director de recursos humanos no asume sus responsabilidades familiares y profesionales. ¿Su viaje a Rumanía equivale a un periplo iniciático?
Sí, porque ese viaje, esa misión, le permite descubrirse, o incluso redescubrirse. Es necesario que se reconcilie consigo mismo, con su familia y con su entorno antes de que sea tarde y se vea condenado a llevar una vida solitaria apiadándose de sí mismo.
Por lo tanto, debe distanciarse de su realidad más inmediata; todos lo hacemos en situaciones similares a esta: huimos de la rutina cotidiana, nos mentimos y reaprendemos a aceptar la verdad tal como es. Debe emprender un viaje en el espacio para realizar este viaje espiritual y convertirse en un hombre mejor.
Creo que en el fondo, el director de recursos humanos es un buen hombre con mucha sensibilidad.
Israel parece ser una “tierra prometida” para los inmigrantes, como la joven rumana que trabaja en la panadería. ¿Le parece importante recordar esta realidad desconocida por muchos?
La condición de los inmigrantes es un problema recurrente en un país como Israel. Vienen para encontrar trabajo y sobrevivir. Tienen la sensación de llegar a Tierra Santa, pero a menudo solo se encuentran sufrimiento y tristeza. Esos inmigrantes son el punto de partida de la película.
Al final de la película, la madre de Yulia insiste en que su hija debe ser enterrada en Tierra Santa, ¿por qué?
Tierra Santa, sobre todo Jerusalén, formaban parte del sueño de Yulia. Lo dejó todo para hacer realidad su sueño, con la esperanza de que su hijo se uniera a ella, e incluso su madre. Murió intentando conseguirlo. ¿Fue feliz en Jerusalén? El director de recursos humanos no lo sabe. Pero su madre cree que si vivió en Jerusalén y murió allí, su cuerpo debe reposar allí. Su hijo comparte esta opinión, y el director de recursos humanos, después de este largo periplo, está de acuerdo.
En sus películas opone universos muy dispares.
Siempre busco el lado humano en los conflictos y en los enfrentamientos. Creo en la humanidad, aunque pienso que a menudo se esconde detrás de prejuicios, odio y ceguera. Pero estoy convencido de que está aquí.
La cónsul es un personaje extraordinario. ¿Cómo se le ocurrió?
Aparece en la novela y escogí a una actriz espléndida, Rozina Kambos, para interpretarla (Premio Ophir a la Mejor Actriz de Reparto de la Academia de Cine Israelí). Es divertida, agresiva, un poco loca, obsesionada y absolutamente genial.
¿Por qué escogió a Mark Ivanir para el papel de director de recursos humanos?
Cuando empecé a buscar actores para el personaje del director de recursos humanos, pensé en él, pero antes vi a otros actores. Cuando por fin vino a hacer una prueba, no me convenció. Decidí pasar un día en Roma con él, y fue entonces cuando me di cuenta de que era el actor que buscaba.
Me gusta la mezcla de culturas que hay en él: es muy israelí, a pesar de ser de origen ruso y de llevar diez años viviendo en Los Ángeles. Tiene un estilo muy interesante en el que se mezclan tradiciones estadounidenses, israelíes y europeas.
Ha sabido encontrar el alma “rumana”, a la vez trágica, cómica y absurda, que se transparenta en el cine rumano.
Me gusta mucho el cine y la música rumana, aunque no conozco bien la cultura del país. Me documenté sobre las costumbres, el humor, la humanidad, la melancolía y la complejidad del pueblo rumano.
¿Y las localizaciones?
Me enamoré de Rumanía la primera vez que fui. Hemos rodado en la mayoría de los decorados naturales que vi esa primera vez. Es un país muy cinematográfico, tanto por los paisajes como por sus habitantes.
La partitura de Cyril Morin tiene acentos cíngaros.
Así es, Cyril y yo decidimos explorar temas cíngaros sin recalcarlo mucho. Me da la impresión de que el resultado final de la partitura funciona porque refleja el estado anímico del director de recursos humanos y acompaña el periplo por Rumanía.
Sus películas anteriores son más “sedentarias”, pero EL VIAJE DEL DIRECTOR DE RECURSOS HUMANOS hace pensar en una road-movie.
Es una road-movie e incorpora todos los códigos del género. Me encanta porque me parece que da libertad narrativa a pesar de funcionar dentro de un marco codificado.
Sus dos películas anteriores abordaban de un modo u otro el conflicto palestino-israelí. ¿Hay algún nexo entre ellas y esta?
Mis películas siempre hablan de la sociedad israelí bajo diferentes ángulos, el político, el social y el personal, por lo que todas tienen un nexo. Puede parecer que EL VIAJE DEL DIRECTOR DE RECURSOS HUMANOS sea menos comprometida políticamente hablando, pero en mi opinión, lo es tanto como La novia siria y Los limoneros. Hurga en la psicología israelí y estudia cómo ven los israelíes a los extranjeros, árabes u otros, y al mundo.
BIOGRAFÍA
Nació en Jerusalén en 1954. Creció en Canadá, Estados Unidos, Brasil e Israel. Se licenció en la Escuela Nacional de Cine de Beaconsfield, Inglaterra, y empezó a trabajar en cine el año 1975.
Ha rodado más de 300 anuncios, además de numerosos telefilms y series. Rodó su primer largometraje en 1984, B’Yom Bahir Ro’im et Dameshek (Los días claros se ve Damasco), un thriller político basado en una historia real. Siete años después realizó Gmar Gavi’a (Final de copa), seleccionada para los festivales de Berlín y Venecia, y posteriormente Zohar (1993), que fue el mayor éxito de taquilla israelí de los noventa. A continuación realizó Tzomet volkan (2000), una historia nostálgica acerca del rock and roll, y Pituy (Tentación) (2002), adaptación de un libro israelí superventas, a las que siguieron La novia siria (2004), galardonada con el Gran Premio en el Festival de Montreal, y el Premio Fipresci, el Premio del Público en Locarno, los Premios al Mejor Guión y del Público en Gantes, el Premio a la Mejor Interpretación Masculina en Bastia y el Gran Premio en el Festival de Auxerre, y Los limoneros, Premio del Público en el Festival de Berlín 2008.
Está casado con la realizadora Dina Riklis y es padre de dos hijos. Vive en Tel Aviv, pero se considera un “ciudadano del mundo”.
FILMOGRAFÍA |
1984 |
B’YOM BAHIR RO’IM ET DAMESHEK
(Los días claros se ve Damasco) |
1992 |
GMAR GAVI’A
(Final de copa) |
1993 |
ZOHAR |
2000 |
TZOMET VOLKAN |
2002 |
PITUY (Tentación) |
2004 |
LA NOVIA SIRIA |
2008 |
LOS LIMONEROS |
2010 |
EL VIAJE DEL DIRECTOR DE RECURSOS HUMANOS |