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“Llena de
vida y de picaresca. Vigorosa puesta en escena. Una de las películas
iraníes más importantes del año.”
(L'HUMANITE - JEAN ROY) “Precarias
instalaciones llenas de lirismo. Un extraño arca de Noé
donde la vida es a la vez lúdica y feroz.”
(LE FIGAROSCOPE - FRANÇOISE MAUPIN) “Un
dibujo de lo que sucede actualmente en Irán, donde el
petrolero sería el país; el capitán, el
poder conservador, y el profesor, uno de los personajes contestatarios,
los reformistas.”
(LA VOZ DE ASTURIAS - MARTA BARRON) “Una
película que sabe subrayar la parte lúdica de
una vida nómada y a la vez sedentaria.”
(CINE LIVE - EMMANUEL CIRODDE) “Un
sabio equilibrio entre realismo y la parábola.”
(LA NUEVA ESPAÑA - J.C. GEA) “Un
trabajo delicado y conseguido.”
(EL COMERCIO - ALBERTO PIQUERO)
"La isla de hierro" es un relato con mucho
ritmo acerca de un grupo de personas carentes de recursos que
han convertido un petrolero abandonado en su hogar, una
fábula llena de personajes inesperados y grandes momentos
de humor. No cuesta mucho darse cuenta de que la segunda
película del realizador Mohammad Rasoulof es una irónica
alegoría del Irán actual. |
Encarnado por Ali Nasirian, el viejo
capitán Nemat (quizá un primo lejano del capitán
Nemo de Julio Verne), con turbante y túnica, lleva el
barco con mano de hierro. Este dictador benévolo es una
especie de padre para las numerosas familias indigentes que
viven a bordo del atestado petrolero anclado a varios cientos
de metros de la orilla.
No para de ir y venir para llevar las “cuentas”
y para vender todo lo que puede, desde medicamentos a llamadas
telefónicas desde un móvil. Como casamentero,
se entromete en la vida íntima de sus inquilinos. Los
tiene trabajando todo el día mientras desguazan el barco
y lo venden trozo a trozo como chatarra. El hecho de que el
dueño del barco y las autoridades le hayan ordenado evacuar
el petrolero no representa un problema para él; simplemente
se niega a hacerlo.
Atrapados por las ilusiones que él crea, todos le obedecen
ciegamente, excepto el joven Ahmad (Hossein Farzi-Zadeh), su
asistente, enamorado de una residente en el barco. La chica
(Neda Pakdaman) por la que se muere Ahmad es propiedad de su
padre, que no tiene la menor intención de venderla barata.
El único contacto con su amada, que como todas las demás
mujeres a bordo esconde su cara detrás de un siniestro
velo negro, es un tierno intercambio nocturno de objetos personales.
Otro maravilloso personaje es el angelical Niño Pez,
que se pasa la vida en las anegadas entrañas del barco
con una pequeña red, atrapando los pececillos que se
cuelan por los agujeros para devolverlos al mar.
El barco es autosuficiente. Un maestro da clase a los niños.
Los entierros, las bodas y los nacimientos tienen lugar a bordo.
Se izan burros mediante una polea para que ayuden a sacar el
crudo de los depósitos. Los barriles a medio llenar,
empujados por una escuadra de trabajadores infantiles a las
órdenes de Nemat, flotan hasta la orilla donde esperan
los camiones.
Ali Nasirian, uno de los actores más importantes de Irán,
borda el retrato del malicioso capitán. Mohammad Rasoulof
prefiere mantener a la muchedumbre compacta y anónima
sin dejar de enfatizar su humanidad mediante un interés
casi documental por sus caras.
El montador Bahram Dehghan merece un fuerte aplauso por imprimir
un ritmo rápido que nunca aburre. También es muy
buena la fotografía de Reza Jalali, que ha sabido alternar
la fuerte luz del Golfo con la oscuridad de los interiores.
La muy dosificada partitura de Mohammad-Reza Aligholi es un
exótico susurro oriental. |
VARIETY - DEBORAH YOUNG |
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