ENTREVISTA CON BRILLANTE MENDOZA
Entrevista publicada en Cahiers du Cinema España en el Nº 35 /junio, 2010. Cuadernillo especial: 40 AÑOS DE CINE FILIPINO (1970/2010)
Debutó como director en 2005. Desde entonces ha rodado nueve películas, ¿a qué se debe este ritmo desenfrenado?
Es como si redescubriera un deseo profundo enterrado desde hace años. Siempre quise ser cineasta, pero socialmente no tenía la menor posibilidad de penetrar en el entorno. Trabajé como director artístico en televisión, cine y publicidad durante unos diez años. Me gustaba mucho, ganaba dinero, llevaba una vida agradable y pensaba seguir, pero un buen día un amigo me propuso rodar una película, Masahista, para vídeo. Acepté inmediatamente. El guión giraba alrededor de una historia corriente y estaba lleno de lugares comunes. Lo reescribí, y esos fueron mis primeros pasos como realizador.
Se interesa sobre todo por las películas sociales muy alejadas de la publicidad…
Como publicista, vendo ideas. En mis películas cuento historias. Y quiero que sean lo más auténticas posible, lo más cercanas a la vida real, a mí y a mi entorno. Y, sobre todo, que transcurran aquí y ahora. No hace falta ir muy lejos para encontrarlas. De niño siempre sentí curiosidad. Me encantaban las historias del barrio, escuchar lo que decían los adultos en el autobús. Observar a la gente sigue aportándome placer. Es muy probable que las historias que cuento sean variaciones de las que oí de niño.
¿Le frustraba no poder contar historias?
No, no era una cuestión de frustración, sino más bien la necesidad de expresar mi energía. Hay una espontaneidad en el rodaje de una película que no sentía en la publicidad. Para mí es importante contar historias sin tener que esperar.
En cada película hace un retrato de Manila…
Es una ciudad repleta de pequeñas historias que interactúan y que dibujan, con trágica ironía, el destino de sus habitantes. La alegría cohabita con la desgracia más intensa y con la lucha diaria por sobrevivir; y el sentimiento religioso raya en una forma de inmoralidad. La ironía está íntimamente ligada al carácter ambiguo y contradictorio de la vida. Y es lo que quiero enseñar al espectador para que tenga una mejor comprensión de Filipinas. Puede que a veces los habitantes sean corruptos, pero resisten al mismo tiempo. De hecho, no todos los países reciben mi cine del mismo modo.
En general, ¿cuánto suele durar uno de sus rodajes?
Son bastante rápidos. Me documento a fondo, entrevisto a la gente para alimentar las historias. A la hora de rodar, todo está preparado, decidido, he hablado con los actores largo y tendido. Un rodaje puede durar entre uno y dos meses.
¿Qué método utiliza para rodar en medio de la muchedumbre?
Primero determinamos con precisión el lugar donde van a estar los actores. Todo está pensado antes de llegar a la calle. Sin embargo, me gustan las sorpresas, me gusta que lo previsto no funcione, que nos veamos obligados a adaptarnos a una nueva situación.
Sus películas están construidas con numerosos planos, aunque LOLA es menos epiléptica. ¿Cómo concibe el montaje, la construcción general de la película?
La historia está muy definida, y la estructura de la película, construida en el guión. No empiezo a rodar sin un guión perfectamente estructurado. Luego, ruedo mucho para tener la posibilidad de mezclarlo todo en el montaje: las escenas, las situaciones y los personajes. Es un trabajo que me entusiasma.
¿Acaba con mucho material rodado?
Muchísimo, por lo que el montaje es un proceso lento. A veces soy el único en conocer las tomas debido a la cantidad, y eso no facilita la labor del montador.
A menudo corta un plano en el momento en que la película se vuelve melodramática. Incluso puede ser brutal.
Obviamente, es intencionado. Las historias en sí ya son lo bastante melodramáticas, no hace falta añadir más. Quiero enseñar la situación del modo más honrado posible. Las abuelas de LOLA son conmovedoras por sí solas. Pero no es una película acerca de ellas, sino acerca de los acontecimientos que viven en un momento preciso. La emoción nace de la situación.
¿Se le ha llegado a reprochar una cierta sequedad?
Claro. Algunos espectadores están más acostumbrados a los melodramas filipinos tradicionales, más líricos, que se apoyan en las emociones. Puede que mis películas les aburran al ser demasiado parecidas a lo que es su vida.
¿Cómo consigue encadenar película tras película con tanta rapidez?
No es que tenga una idea nueva inmediatamente después de acabar una película. Por ejemplo, LOLA es un proyecto que tardé en desarrollar tres años durante los que rodé tres largos, Kinatay y Serbis (más crudos que Foster Child y LOLA, ambos enfocados a las emociones) y Tirador, quizá la película más ambiciosa y seca que haya rodado hasta ahora. Quiero mantener un equilibrio entre ellas, y sobre todo poder seguir desarrollando de forma simultánea varias ideas. La gestación es larga, aunque las películas puedan dar la sensación de que se han rodado rápidamente. Ahora tengo varios proyectos que me gustaría desarrollar en un futuro próximo, pero no sé cuál haré primero. Puede que haya aprendido a funcionar así trabajando en el mundo de la publicidad. Es difícil relajarse, siempre hay que estar alerta, proponer nuevas ideas… Nunca dejo de trabajar, incluso cuando aparento no estar haciendo nada, como leer una novela en casa. En realidad, siempre estoy preparado para rodar.
¿Siempre trabaja con el mismo equipo?
Sí, sobre todo desde que compré una cámara hace un año. Algunos miembros del equipo viven en el mismo edificio que yo y tienen contratos fijos. La vida en común nos permite reaccionar con rapidez. Y si me apetece filmar unos planos, puedo hacerlo solo saliendo a la calle con la cámara. Me gusta la idea de poder rodar en cualquier momento, sin pensar en la producción. Siempre me asombra el tiempo necesario para hacer una película en Francia. Hay que desarrollar el guión, preparar el rodaje, ir a reuniones, etcétera. A veces el proceso dura años. Mi productor entendió que no puedo funcionar así, que perdería el interés y la energía. Por eso ruedo deprisa, sobre todo porque no tengo problemas a la hora de trabajar con presupuestos reducidos.
Se parece a sus personajes: desborda energía, no para de perseguir lo real… Pero ellos no pueden detenerse porque se trata de su supervivencia.
Sí, es verdad, y no me invento nada. Es así en Filipinas. Una amalgama de contradicciones, donde reina la ironía, donde conviven lo atroz y lo magnífico. Hay que filmarlo aquí y ahora. Si espero demasiado, esta realidad perderá su intensidad. Pero también soy paciente. Fue difícil sacar adelante el proyecto de LOLA; lo rechazaron varias comisiones. Preferí pasar a otro proyecto mientras esperaba conseguir los fondos para poder rodarla. Es importante proteger la energía de uno, no depender de las instituciones.
¿Cuáles son sus influencias? He leído que es fan de Truffaut, y también del neorrealismo italiano.
Recientemente me ha impresionado el cine de los hermanos Dardenne, y me gustó mucho Elephant, de Gus Van Sant. Pero no me fascina tanto el neorrealismo como dicen. Generalmente intento no fijarme mucho en el trabajo de otros realizadores, sobre todo si su estilo y sus temas son cercanos a los míos. Y más aún cuando estoy a punto de emprender un nuevo proyecto. Para mí, lo importante es la realidad de lo que filmo. En publicidad es diferente; sí se encuentra la inspiración en otros universos. Pero ahora me concentro en la historia, los lugares, la gente.
¿Le ayudó su experiencia en publicidad para hacer cine?
Sí, claro. Aprendí a ser disciplinado, a ser profesional. La publicidad me enseñó a organizarme. Lo importante es la organización antes del rodaje para poder ser más espontáneo luego. No sabría decirle cuánto tiempo de media lleva la preparación de una película, depende del proyecto. Mi intuición me dice cuándo debo empezar a rodar. El tiempo de preparación ideal no existe.
¿Goza de independencia económica?
En parte. Soy dueño de los derechos de mis películas para Filipinas. Pero tanto mi equipo como yo aceptamos trabajar en publicidad para llenar la caja.
¿Sus películas tienen éxito en Filipinas?
No mucho. Se ven sobre todo en escuelas. Para mí es más fácil tener un debate con estudiantes. Además, no disponemos de dinero para promocionarlas, y sin promoción desaparecen las posibilidades de éxito. Ahora estoy negociando con un pequeño distribuidor filipino para lanzar todas mis películas en DVD.
LOLA es la segunda película de Brillante Mendoza producida en 2009. La otra, Kinatay, compitió en el Festival de Cannes de ese año donde ganó el prestigio Premio al Mejor Director.
LOLA es la primera película filipina en competir en el Festival de Venecia desde el año 1985.
Anteriormente, Brillante Mendoza también hizo historia en 2008 cuando Serbis fue la primera película filipina en competir en la Sección Oficial del Festival de Cannes desde el año 1984.
Nació en San Fernando, Filipinas. Estudió Bellas Artes y Publicidad en la Universidad de Santo Tomás, en Manila. Antes de ser realizador, trabajó como diseñador de producción en películas, anuncios y obras de teatro.
FILMOGRAFÍA
2009 Lola
2009 Kinatay
2008 Serbis (Servicio)
2007 Tirador
2007 Foster Child
2006 Manoro (El Maestro)
2006 Kaleldo (Calor de Verano)
2005 Masahista (Masajista)