Donde Sherezade habla de la inquietud que invadió al país: "Ha llegado a mis oídos, oh Rey bienaventurado, que en el más triste de los países, donde el pueblo sueña con sirenas y ballenas, el paro se extiende. En algunas regiones, los bosques arden de noche a pesar de la lluvia, y en otras, los hombres y las mujeres apenas contienen su impaciencia por zarpar en pleno invierno. En ocasiones hablan los animales, aunque parece improbable que se les escuche. En aquel país donde las cosas no son lo que aparentan, los poderosos se pasean a camello escondiendo una erección permanente y vergonzosa mientras esperan que llegue por fin el momento de la recaudación de impuestos para pagar al supuesto brujo que..." Al ver que despunta el alba, Sherezade se calla.