Donde Sherezade duda de su capacidad para contar suficientes historias con el fin de complacer al Rey, pues lo que ahora debe contar pesa tres mil toneladas. Decide escaparse del palacio y recorrer el reino en busca de placeres y embeleso. Su padre, el Gran Visir, se reúne con ella en la noria y Sherezade reemprende la narración: "Oh, Rey bienaventurado, en barrios de chabolas de Lisboa vive una comunidad de hechizados que con total dedicación y pasión se dedican a enseñar a cantar a los pájaros..."
Al ver que despunta el alba, Sherezade se calla.