MANUEL MARTÍN CUENCA

NOTAS DEL DIRECTOR

Siempre que comienzo un nuevo proyecto me pregunto por qué quiero trabajar en él. Si encuentro una respuesta demasiado racional y conveniente, algo que responda inmediatamente a un deseo en el que la fantasía es el éxito, sé que, en realidad, no quiero hacer esa película. Sin embargo, cuando no encuentro las palabras exactas, cuando me puede la necesidad de hablar de algo que no sé con certeza qué es, descubro el valor de esa historia. Porque hay algo irracional en el cine que me impulsa. Hago cine porque me gusta aprender, porque me gusta sentirme un alumno que no sabe nada y que guarda su capacidad de asombro intacta.

Esta película quiere contarme algo que va más allá de lo que yo nunca podría saber. Y eso me empuja de una forma poderosa. Alejandro, mi coguionista, me habló de esta novela: “Caríbal”, de Humberto Arenal. Y yo sentí, junto a él, que debíamos escribir esta película tratando de averiguar el sentido profundo que esconde para, luego, convertirlo en un secreto que el espectador pueda adivinar. Para nosotros la esencia del cine es el misterio, y la convicción de que el espectador participa activamente en él. Construimos una historia y luego la escondemos, para que surja del interior de su alma, entre sus rendijas.

El hecho de que el canibalismo sea un tabú enorme, me hace pensar que hay algo en su naturaleza tan cercano a nosotros que hemos decidido prohibirlo. Pienso que las prohibiciones siempre esconden algo y que debemos interrogarnos sobre ellas, aunque sea para llegar a la conclusión de que deben existir. Jean Genet escribió: “El beso es la forma de la primitiva ansia de morder, incluso de devorar...”. Me pregunto qué quería decir, qué tiene que ver la acción de devorar con un acto como el beso. Me pregunto qué tienen que ver la destrucción y la ternura. Y me doy cuenta de que esta película trata sobre la dialéctica entre el mal y el amor.

Esta historia tiene lugar en los márgenes y en la quiebra emocional. Creo que es la mejor forma de hablar de nuestro tiempo e interrogar nuestra sociedad. El western y el cine negro nos enseñaron que en las fronteras geográficas y morales se encuentra el mejor y más certero retrato de nuestra civilización. En ellas están situados esos personajes que son empujados y excluidos, pero que forjan el verdadero sentido de una época y su dilema ético.

Nuestra Europa es autocomplaciente. Le cuesta reconocer que el mal también habita en su interior, que no es sólo un desecho provocado por agentes externos, sino parte esencial de sí mismo. Combatimos el mal como si fuera un atroz enemigo, pero lejano. Como si no tuviera nada que ver con nosotros. Por desgracia, esa visión simplificadora, es demasiado ingenua.

Nuestra historia está situada en un tiempo contemporáneo, en una vieja ciudad de provincias, Granada, en la que la tradición domina la vida cotidiana. En medio de todo esto, Carlos es un caníbal que vive su condición sin remordimiento, sin culpa; con la conciencia de que lo único que impulsa su vida es sobrevivir. No se pregunta ni se cuestiona nada. Sólo actúa de forma implacable… Hasta que llega un momento en que empieza a interrogarse porque se abre un resquicio en su alma. Una quiebra por la que empieza a colarse el amor. Y por el amor, la duda.

Frente al mal, el amor, parece decir la historia… Y su capacidad de redención.

Pero, ¿hasta qué punto el amor puede cambiar el pasado, hasta qué punto puede redimirlo? La fantasía de todos nosotros, el sueño, nos dice que es posible, que el amor lo puede todo. Nuestra sociedad establece relatos, una y otra vez, donde el amor triunfa. ¿Pero qué pasaría si estuviéramos sobrevalorando su fuerza, su capacidad para reponerse y vencer todas las dificultades? ¿Qué pasaría si de tanto hablar del amor en términos melodramáticos no nos hayamos dado cuenta de que su fuerza es menor de la que imaginamos…? ¿Y qué es lo que nos quedaría, entonces, si el amor manifestara su impotencia? La única fuente posible que podría redimir el mal es algo que va más allá del amor: el perdón.

Estamos en un relato en el que estas tres fuerzas deben convivir y habitar. La primera, el mal, inconsciente de sí mismo, encarnado en un personaje que cree que sólo trata de sobrevivir. La segunda, el amor, que surge como una fuerza imprevista que golpea el presente y lo cambia, a través de la historia de Carlos y Nina, pero que es incapaz de transformar el pasado. Y, por último, el perdón, el único capaz de viajar hacia atrás y, desde allí, cambiar el futuro.

Pero, ¿cómo podía abrirse un resquicio en el armazón del mal, en la conciencia de Carlos, el caníbal?... Esa fue la pregunta que nos hicimos durante varias versiones del guión, hasta que encontramos una respuesta: la dualidad. La idea de puesta en escena que encarna el personaje de Alexandra/Nina, las dos hermanas gemelas, es la que hace posible que surja la duda, que sea creíble, y que se germine el amor, como antecedente del perdón. Porque Carlos se enfrenta a un fantasma, a alguien que ya ha matado, y por tanto se enfrenta a su espejo. Un espejo que refleja su ser.

El hecho de que Nina aparezca buscando a su hermana gemela resquebraja la conciencia del protagonista porque eleva la historia, y la transciende, más allá de su contenido realista. Todo se convierte en una metáfora. En un sueño. En un ajuste de cuentas con un fantasma… De repente, el relato realista nos remite a lo sobrenatural. Y el crimen se transforma en una historia de amor.

En definitiva ‘Caníbal’ es un film noir pero, sobre todo, una historia romántica.

Manuel Martín Cuenca

DIRECTOR'S STATEMENT

Whenever I begin a new project, I ask myself why I want to work on it. If the answer that I find is too rational and convenient, something that immediately responds to a desire where the fantasy is success, I know that I don’t actually want to make that movie. And yet, when I can’t quite find the right words, when I’m bested by the need to speak about something that I don’t know for sure what it is, I discover the value of that story. Because there is something irrational in film that drives me. I make movies because I like to learn, because I like to feel like a student who doesn’t know anything and who keeps his sense of wonder intact.

This film wants to tell me something beyond what I could ever know. And that pushes me in a powerful way. Alejandro, my co-screenwriter, told me about this novel, “Caribal” by Humberto Arenal. And we felt that we should write this screenplay together, trying to figure out the deep meaning hidden there in order to then turn it into a secret that the spectator can guess at. For us, the essence of film is mystery and the conviction that the viewer can actively participate in it. We construct a story and then we hide it so that it comes out from inside its soul, through the grating.

The fact that cannibalism is a huge taboo makes me think that there is something in its nature that is so close to us that we have decided to ban it. I believe that a ban always hides something and that we should ask ourselves about it, even if it is to reach the conclusion that bans should exist. Jean Genet wrote, “The kiss is the form taken by a primitive urge to bite, even to devour…” I wonder what he meant, what the act of devouring has to do with an act like a kiss. I wonder what destruction has to do with tenderness. And I realize that this film is about the dialectic between evil and love.

This story takes place on the margins and at an emotional breaking point. I think it is the best way to talk about our times and to question our society. Westerns and film noir teach us that the best and most accurate portrayal of our civilization is to be found on geographic and moral frontiers where we find those characters who are pushed away and excluded, those who shape the true sense of an era and its ethical dilemma.

Our Europe is complacent. It has trouble admitting that evil inhabits it, that it is not just some waste caused by external agents, but an essential part of itself. We fight evil as if it were a vicious, but distant enemy. As if it had nothing to do with ourselves. Unfortunately, this is a simplistic view; it is too naïve.

Our story is set in a contemporary time, in the old provincial city of Granada where tradition dominates daily life. In the midst of all this, Carlos is a cannibal who lives out his condition without remorse, without guilt, conscious of the fact that the only thing that drives his life is survival. He neither asks nor questions. He only acts, relentless… Until the time comes when he starts to question himself because a chink is opened in his soul. A crack that love starts to seep through. And through love, doubt does as well.

In the face of evil, love, is what the story seems to be saying… and its capacity to redeem us.

But to what extent can love change the past? To what extent can love redeem it? The fantasy we all encourage, tells us it’s possible, that love conquers all. Our society provides stories over and over again where love triumphs. But what would happen if we were overestimating its strength, its capacity to recover and to overcome all difficulties? What would happen if we were to realize that the power of this melodramatic love is less than we’d imagined…? And what would be left to us then, if love manifested its impotence? The only possible source for redeeming evil would be something that goes beyond love: forgiveness.

This is a story where these three forces must coexist, inhabiting the same space. The first is evil, unaware of itself, embodied in a character who believes life is only survival. The second is love that— arising like an unforeseen force through the story of Carlos and Nina—affects the present and thus changes it, but is incapable of transforming the past. And finally, forgiveness, the only thing capable of travelling back in time and, from there, changing the future.

But how could a chink be opened in the armor of evil, in the conscience of Carlos, the cannibal? This was the question we asked ourselves over several drafts of the script until we found an answer: duality. The dual character of Alexandra/Nina (the twin sisters), is what makes the appearance of doubt possible, what makes it believable, and what makes possible for love to sprout as a precursor to forgiveness. Because Carlos confronts a ghost, someone he has already killed, and as such he faces his own mirror. A mirror that reflects who he really is back to him. The fact that Nina shows up looking for her twin sister fractures the protagonist’s conscience, elevating the story and transcending it beyond its realistic content. Everything becomes a metaphor. A dream. A reckoning with a ghost… Suddenly, the realistic tale leads us to the supernatural. And the crime becomes a love story.

Ultimately, ‘Cannibal’ is film noir but, above all, it is a romance.

Manuel Martín Cuenca
FILMOGRAFÍA COMO DIRECTOR Y GUIONISTA
FILMOGRAPHY AS DIRECTOR AND SCRIPTWRITER
Largometrajes de ficción / Feature Films
2013 CANÍBAL / CANNIBAL
2010 LA MITAD DE ÓSCAR / HALF OF OSCAR
2005 MALAS TEMPORADAS / HARD TIMES
2003 LA FLAQUEZA DEL BOLCHEVIQUE / THE WEAKNESS OF THE BOLSHEVIK
 
Largometrajes documentales / Documentary features
2009 ÚLTIMOS TESTIGOS: CARRILLO COMUNISTA / LAST WITNESSES: CARRILLO COMUNIST
2004 MADRID 11-M: TODOS ÍBAMOS EN ESE TREN
  Pieza: Españoles por vía de sangre / MADRID M11: WE WERE ALL ON THAT TRAIN
2002 4 PUNTOS CARDINALES Episodio: En el camino / 4 CARDINAL POINTS
2001 EL JUEGO DE CUBA / THE CUBAN GAME
 
COMO PRODUCTOR / AS A PRODUCER
2013 CANÍBAL / CANNIBAL, de Manuel Martín Cuenca
2010 LA MITAD DE ÓSCAR / HALF OF OSCAR, de Manuel Martín Cuenca
2005 MALAS TEMPORADAS / HARD TIMES, de Manuel Martín Cuenca
2005 ADIÓS, de Ignacio Gutiérrez Solana - Cortometraje
2001 EL JUEGO DE CUBA / THE CUBAN GAME, de Manuel Martín Cuenca
2000 LA GUITARRA INVISIBLE / LA GUITARRA INVISIBLE, de Ion Arretxe