Háblenos de cómo nació la película.
Hacía tiempo que sentía el deseo de filmar a Catherine Deneuve. Muy pocos actores en Francia me inspiran tanto. Al igual que para numerosas personas de mi generación, Catherine Deneuve forma parte de mi vida. No recuerdo una sola época en la que no me haya marcado a través de una película. En realidad, escribí EL VIAJE DE BETTIE para ella, y Catherine fue el motor que me llevó durante el transcurso de esta aventura.
EL VIAJE DE BETTIE es la historia de una mujer que sube a su coche con la idea de dar una vuelta corta y que no vuelve nunca. ¿Cómo nació la idea de esta road movie? No es un género que abunde en Francia, y menos con una sexagenaria en el papel principal.
No tenía nada muy pensado cuando me lancé a escribir el guión. Veía a Catherine en la carretera, la veía conducir y pasar por decorados que no me parecían habituales en el cine. El guión empezó a construirse despacio, un poco como un rompecabezas, gracias a la complicidad de Jérôme Tonnerre, el coguionista. La road movie es un género bastante común, pero que yo sepa, solo en la genial película de David Lynch The Straight Story/Una historia verdadera aparece un personaje maduro (Richard Farnsworth) que se va a la aventura. Pero en la película no se ve mucho al personaje de Catherine conduciendo, y tampoco hay muchos paisajes. Hubo que cortar numerosos momentos típicos de una road movie para reducir el presupuesto, y ahora me pesa. Pero el esquema de una road movie reaparece en todos los personajes que se cruzan en su camino.
En cuanto Bettie, el personaje de Catherine Deneuve, sale a la carretera, su horizonte parece crecer hasta el infinito.
Me interesaba contar el itinerario de una mujer de esa edad que de pronto ve iluminarse su futuro cuando todo predecía lo contrario. La película se inclina más hacia el optimismo que hacia la nostalgia evidente. A los treinta o cuarenta años es fácil cambiar de vida, pero a los sesenta debe de ser más difícil. Las puertas no se abren tan fácilmente, las posibilidades son más reducidas. Desde pequeña, el tema de la edad es algo que me inquieta. De hecho, hasta hacer la película, no me sentía muy optimista al respecto. EL VIAJE DE BETTIE es una respuesta a esta preocupación. Es muy probable que escribiera el guión para tranquilizarme y aportar esperanza a los que no la tienen.
La música aumenta esa impresión.
Sí, me empeñé en que se oyera la muy melancólica “This Love Affair”, de Rufus Wainwright, cuando ella se va en coche. Intuitivamente, también me apetecía la música italiana. Me parecía que encajaba con Catherine y con la sensación de ligereza que recorre toda la película.
Hace hincapié en las relaciones de Bettie con su madre.
Se habla poco de las relaciones madre-hija a esa edad; en cualquier caso, es para mostrar a un adulto que se responsabiliza de un dependiente de más edad. En el caso de Bettie, la madre es la que manda, es una madre excesiva, invasora, de la que debe liberarse. Me gustó la idea de que, a los sesenta años, volviese a vivir con ella, y que aún la dominase.
Al principio de la película vemos que debe cruzar el dormitorio de su madre para ir al cuarto de baño, un detalle que dice mucho acerca del personaje. Es una mujer que permitió que la encerraran, se quedó en una pequeña ciudad de provincias y su vida sentimental deja que desear. Se nota que su destino habría podido ser diferente, que ha pasado “al lado de la vida”. Se ha resignado, pero no está amargada. Es una buena persona, y eso me gusta de ella. Pero una ruptura amorosa provoca el sobresalto que necesitaba para seguir adelante. No se va a la deriva, despega.
Desde sus primeros cortos, Les Vacances y La Puce, hasta los largos Backstage y Mes chères études, sus películas hablan de la adolescencia. Pero esta no.
Es verdad, pero no sentí en ningún momento que había cortado con mi universo. Bettie tiene un rasgo adolescente bastante pronunciado, incluso infantil. Y la rebeldía de su hija Muriel, interpretada por Camille, es un eco de mis anteriores trabajos. Lo que sí es realmente diferente es la ligereza, la alegría y el optimismo de esta película. Deseaba (y necesitaba) ir en esa dirección hasta alcanzar una forma de “final feliz”.
Bettie dirige un restaurante, tiene una empresa, su lado infantil no parece muy obvio.
Es una mujer sólida, enérgica, pausada. Sabe dirigir al equipo del restaurante, pero ante todo es una enamorada. Y en esta vertiente, se siente más su fragilidad. Se deja guiar por el amor, por eso quería que tuviera un romance al final de la película. Como muchas mujeres de su generación, tiene un rasgo egoísta. Su familia más cercana puede pasar a un segundo lugar, no intenta complacerles. La violencia de su hija tal vez le moleste, pero no se siente culpable, esa es su fuerza.
¿Por qué quiso que fuera una antigua miss?
Se me ocurrió sin más. O quizá me pregunté por qué una mujer tan guapa no tuvo un destino excepcional. El guión está construido a base de pequeños pasos que permitían alejarla de su casa. Vuelve a fumar, y lógicamente debe comprar cigarrillos. Esa necesidad es el hilo conductor de una tercera parte de la película, casi roza el documental.
Y a partir del momento en que se marca una meta, ir a buscar a su nieto, la narración se hace más clásica. Una cosa lleva a la otra. En resumidas cuentas, es la historia de una mujer que sale a dar una vuelta y siempre encuentra una excusa para no volver.
En EL VIAJE DE BETTIE hay una serie increíble de personajes secundarios: el maravilloso hombre mayor que lía un cigarrillo para Bettie, el grupo de mujeres que ahogan su soledad tomando una copa en un bar, el guardia de seguridad que la acoge en la tienda de muebles que vigila…
Uno de los retos a la hora de escribir una road movie es encontrar la forma de salir de los clichés, de lo pintoresco del género. No quería caer en la típica trampa en que la protagonista se para en una gasolinera y el empleado es un enano con tres brazos. Todos son personajes corrientes en el sentido más noble de la palabra, aunque a veces debo subrayar un rasgo particular porque dispongo de poco tiempo para que dicho personaje viva.
Todos cuentan un trozo de Francia.
También fue la base del proyecto, un corte transversal de Francia. A veces recorro las carreteras de Francia sola y entro en cafeterías lúgubres o en lugares como el Rancho. Son decorados que no se inventan y sé lo que significa estar sola allí. Basta con ser un poco abierta, sentir un poco de curiosidad, tener una gran inocencia, como Bettie, y siempre pasa algo. Puede que algunos piensen que estos encuentros son un poco exagerados, pero son personas de verdad y fui a buscarlas donde Bettie las conoce. No son actores profesionales.
Marco, el chico que Bettie conoce en el Rancho y con el que pasa la noche, tiene una presencia extraordinaria. ¿Tampoco es profesional?
Es una persona “de verdad,” pero no vive en Bretaña, donde tiene lugar la escena. Tardé mucho en encontrarle. Antoinette Boulat, la directora de reparto, le descubrió en París. Paul Hamy tiene una vertiente fantasiosa, lúdica y poética que encaja muy bien con Catherine. La escena de la habitación de hotel era muy arriesgada, pero Catherine la interpreta con tanta sutilidad y abandono que se hace conmovedora.
Pone en boca de Marco diálogos bastante duros acerca de la edad. Por ejemplo, le dice a Bettie que se la imaginó joven cuando le hizo el amor, cree que está jubilada.
Es duro, pero es lo que pensarían muchos hombres como él. No intento ser cruel. Es parte del tema de la película; no quería estigmatizarlo, pero tampoco iba a evitarlo. Además, la franqueza primitiva de Marco hace de contrapunto a la elegancia de Catherine, y añade un toque cómico a la escena.
La escena donde los dos beben es genial.
Aquí sí entramos en el cliché total de la mujer que ha bebido más de la cuenta y se despierta con un hombre en su cama. Pero quería incluir este tópico. Y Catherine, gracias a su increíble naturalidad, lo convierte en un momento mágico. La química entre los dos actores fue decisiva.
Dice a menudo que le gusta filmar situaciones.
Me gusta estar en el instante en que pasan las cosas. No me interesa la psicología. Me da igual que la escena vaya por un camino imprevisto. Me interesa mucho más captar esos momentos y cualquier accidente que pueda ocurrir. Reconozco que los seres que filmo me apasionan más que mis personajes.
Háblenos del rodaje.
Rodamos con una rapidez a la que ni Catherine ni muchos de los técnicos estaban acostumbrados. A eso hay que añadir los constantes cambios de decorado, ¡había 65 localizaciones diferentes! También estaba el hecho de trabajar con actores no profesionales que no saben lo que es una marca, por ejemplo. Era impensable rodar un plano secuencia con ellos. Todo iba tan deprisa que ni siquiera ensayaba con Catherine. Ella me preguntaba: “Pero ¿no ensayamos?”. Y yo contestaba, gritando: “¡No, póngase ahí, rodamos, no hay tiempo!”
Actores no profesionales y Catherine Deneuve, una mezcla sorprendente.
Sí, daban la réplica a Catherine Deneuve. Se quedaban maravillados, era conmovedor verlos.
Es la primera vez que vemos a la cantante Camille en la pantalla.
En principio, las personas más cercanas a Bettie debían ser actores profesionales, pero no me gustaba la idea de que apareciera una actriz en la película cuando Bettie ya está en la carretera. Ninguna aportaba la singularidad que buscaba para el papel de Muriel. Entonces pensé en Camille, en su increíble sentido del ritmo y su verborrea, indispensable para la conversación telefónica con su madre. Aceptó hacer una prueba y quedó claro inmediatamente. La considero una de las más grandes artistas contemporáneas.
Nemo Schiffman, su hijo, también debuta en el cine.
Reconozco que casi construí el personaje del nieto por él. Nemo siente una auténtica pasión por Catherine. “¿Me dejarás ir al rodaje?”, me preguntó cuando supo que escribía el guión para ella. Y añadió: “Darle un abrazo es uno de mis sueños”. Se me ocurrió añadir una pequeña escena para él donde la abrazaba y, poco a poco, el personaje del niño empezó a cobrar importancia. Me gustaba la idea de colocar a un niño en brazos de Catherine y ver qué pasaba. Pero eso no significa que no hiciera varias pruebas con él. Le seleccioné porque las pruebas salieron bien.
Más allá de una road movie, EL VIAJE DE BETTIE es un increíble homenaje a la filmografía de Catherine Deneuve, está llena de referencias a François Truffaut, André Téchiné, François Dupeyron…
Me doy cuenta ahora, pero no fue premeditado. Aunque es obvio que me marcaron las imágenes de Catherine en sus películas. Mientras rodaba EL VIAJE DE BETTIE tuve la impresión de que captaba rasgos de su personalidad poco conocidos, su increíble energía, curiosidad, ganas de vivir y de reír, su sentido del humor. Sin olvidar su famosa melancolía.
Más allá de la actriz a la que admiro hay una persona, una mujer a la que quiero. Y es lo que me dio ganas de filmarla. No acabo de creerme que haya hecho una película con ella. He tenido mucha suerte. Conocerla ha sido algo inmenso.
2013 | EL VIAJE DE BETTIE |
2012 | LOS INFIELES |
2010 | MES CHÈRES ETUDES (Telefilm) |
2009 | TIREZ SUR LE CAVISTE (Episodio de la serie SUITE NOIRE) |
2005 | BACKSTAGE |
2004 | À POIL ! (Cortometraje) |
2002 | QUELQU’UN VOUS AIME (Cortometraje) |
2001 | CLÉMENT |
2000 | LA FAUTE AU VENT (Episodio de la serie SCÉNARIOS SUR LA DROGUE) |
1999 | LA PUCE (Cortometraje) |
1997 | LES VACANCES (Cortometraje) |