Una preciosa mujer de unos treinta años cuida de su marido en una habitación destartalada. El hombre yace en estado vegetativo después de haber recibido una bala en el cuello. No solo le han abandonado sus compañeros de la Yihad, sino sus propios hermanos de sangre. Un buen día, la mujer empieza a hablar con su silencioso marido. Le habla de su infancia, de sus sufrimientos, frustraciones, de su soledad, sus sueños, sus deseos… Le toca y le besa, algo a lo que jamás se habría atrevido antes, a pesar de llevar casados diez años. Así es como el paralítico se convierte en “syngué sabour”, una piedra mágica que, según la mitología persa, protege de la tristeza, el sufrimiento, el dolor y la miseria.

Mientras espera que su marido regrese a la vida, la mujer lucha por sobrevivir. Se refugia en casa de su tía, que es prostituta y la única persona de su familia que la entiende. La mujer intenta liberarse del dolor mediante las atrevidas palabras que dirige a su marido. Al cabo de muchas semanas de cuidar de él, acaba revelándose a través de la relación que empieza con un joven soldado.