Entrevista
Se le ha comparado con Michel Houellebecq, el
autor. ¿Cree
que tienen rasgos en común?
Leer la novela Las partículas elementales, de Michel Houellebecq,
fue como abrir un maravilloso regalo. Yo jamás habría
podido escribir algo así. Aparte de eso, es verdad que existe
una fuerte conexión entre los dos. Tenemos un sentido del humor
parecido, nos comportamos del mismo modo con la gente. Hay paralelismos
en nuestras vidas: a los dos nos criaron nuestras abuelas. Houellebecq
es capaz de escribir acerca de la generación de sus abuelos
con genuina compasión, algo nada habitual hoy en día.
Es la primera vez que rueda una película de la que no ha escrito
el guión. ¿Se decidió a filmar LAS PARTÍCULAS
ELEMENTALES porque sentía una gran afinidad con el guión?
Desde luego. Cuando acabé de leer la novela, sabía que
era la que me hubiera gustado escribir. Houellebecq consigue condensar
200 años de historia de los valores europeos. Parte de la premisa
de que las relaciones personales y las condiciones económicas
básicas se están deteriorando porque las personas se
han apartado de la religión y porque la sociedad está impulsada
por la sed de conocimientos científicos. Las relaciones, según
dice el escritor, se han convertido en marañas de lianas.
Me intrigaba el personaje de Bruno, un compendio de casi todos los
vicios del ser humano. Su madre le rechazó. Yo podía
identificarme con eso. La madre de Michael y de Bruno solo se interesa
por cosas materiales, quiere pasarlo bien sin tener responsabilidades.
Demuestra ser una perfecta egoísta. Por eso los hermanos están
destrozados emocionalmente.
¿Cómo consiguió hacer una película
de un material tan complicado?
Fue difícil cortar la novela para mostrar claramente de dónde
venían los protagonistas. Nos dimos cuenta muy al principio
de que era imposible que la película correspondiera directamente
a la novela. Había que encontrar una forma de comunicar por
lo que pasaban los personajes sin imprimir un tono demasiado negativo
al guión. A la hora de hacer una película, es importante
mostrar cierta pasión por la vida.
La narración que filmamos está dividida en dos historias
de amor protagonizadas por dos hermanos. Intentamos entrar de lleno
en los momentos más intensos de esas relaciones y recurrimos
a los flash-backs para enseñar a los dos hermanos cuando eran
pequeños.
¿Cómo compararía LAS PARTÍCULAS ELEMENTALES
a sus anteriores películas?
He hecho bastantes películas serias y no me arrepiento. Pero
quiero hacer feliz al público, darle fuerza y valor. Hoy en
día, el mayor reto del cine es mostrar la miseria humana – como
en American Beauty – con un toque de humor mordaz para que el
espectador vuelva a casa con una sensación agradable, riéndose
de los caprichos del destino.
¿Cómo fue trabajar con Bernd
Eichinger por primera vez?
Me sentí muy cómodo con él y sus puntos de vista
artísticos, probablemente porque es un cineasta apasionado que
habla el idioma del cine. Es capaz de coger un libro como Las partículas
elementales y proyectarlo en una pantalla solo con seguir sus instintos.
No conozco a nadie en Alemania capaz de comprender la semántica
de una película con tanta rapidez. Además, ha tenido
una educación cinematográfica clásica. Estudia
el guión e intenta que sea lo más atrayente para el público.
Siempre busca nuevas formas para que una escena sea más llevadera.
Es un maestro a la hora de crear expectativas y giros sorprendentes.
¿Qué tipo de película
puede esperar el espectador?
Nos concentramos en la historia de los dos hermanos, realzando el contraste
entre sus vidas y sus amores. El núcleo de la película
es un melodrama acerca de personas reales, no es una crítica
social teórica.
Bernd me enseñó algo: no se debe hacer concesiones al
público porque, al fin y al cabo, ese público es imprevisible.
Pero tampoco hay que asustar al espectador aunque las películas
no siempre acaben bien. Véanse los ejemplos de Titanic, King
Kong y Lo que le viento se llevó.
Se parece a Houellebecq en que le gusta polarizar
y provocar. ¿No
quiere caer bien a la gente?
Claro que sí. ¡Me gustaría que todos me quisieran!