2012 | MI ENCUENTRO CON MARILOU |
2010 | MIS TARDES CON MARGUERITTE |
2008 | DEJAD DE QUERERME |
2006 | CONVERSACIONES CON MI JARDINERO |
2003 | EFFROYABLES JARDINS |
2000 | UN CRIMEN EN EL PARAÍSO |
1998 | LA FORTUNA DE VIVIR |
1995 | ELISA |
César a la Mejor Música | |
1983 | VERANO ASESINO |
César a la Mejor Actriz; a la Mejor Actriz de Reparto y al Mejor Montaje | |
1967 | SIMPÁTICO SINVERGÜENZA |
1965 | PAS DE CAVIAR POUR TANTE OLGA |
1964 | A ESCAPE LIBRE |
¿Por qué decidió adaptar la novela “Bienvenue parmi nous”, de Eric Holder?
Mi hijo me dio el libro y me pareció una historia muy sombría. Me llevó mucho tiempo decidirme, pero cuando descubrí cómo podía aligerarla y darle un toque más optimista, pensé que podría hacer una película. Es la historia de un hombre que está perdido y conoce a una chica de 15 años abandonada por su familia. Ella sigue teniendo ganas de vivir y le muestra el camino como si fuese su hija. Aquí es donde vi el potencial para hablar de temas que me importan mucho.
¿Qué ha querido comunicar con la historia?
Es difícil analizarlo. Una vez que conseguí el marco, todo empezó a encajar durante el proceso de escritura. Pensé en lo que se dirían en una situación semejante y decidí dejarles vivir día a día, permitiendo que les impulsaran las emociones que recuperaban poco a poco. Todo empieza a partir de su inesperado encuentro. A continuación acaban a orillas del mar, pero habrían podido llegar a la cima de una montaña. Ocurrió así. Él echa a andar y le dice a la chica que le acompañe sin pensarlo dos veces. Son unos vagabundos que acaban en una playa.
¿Cómo planeó el encuentro?
La idea de trabajar con Patrick Chesnais me vino muy al principio, verle en el personaje influyó en lo que escribí. Primero le di un tratamiento y desde el momento en que se apuntó, escribí el papel para él.
Hacía tiempo que quería trabajar con Patrick. Incluso cuando rodé Verano asesino, le pedí que viniera a hacer una prueba, pero no interesó a la productora. Para mí, es uno de los actores más interesantes actualmente. Es un hombre muy especial. Tiene un universo propio, una forma de expresarse realmente única y nunca da la impresión de estar interpretando. Patrick es increíblemente natural. El personaje puede parecer algo lúgubre, pero cuando sonríe, comunica una sensación muy fuerte. Una sonrisa suya llega mucho más lejos que una carcajada de otros.
¿Construyó el personaje de Taillandier a partir de Patrick Chesnais?
Imaginé a un hombre que pudiera tener la misma actitud física que Patrick, pero si el personaje solo hubiera sentido amargura en su interior, jamás habría sido capaz de ocuparse de la adolescente. Para entender realmente lo que le pasa al principio de la película, indagué en su depresión. Incluso fui a un especialista y le pedí que leyera la historia. Me dijo que funcionaba. Taillandier, el personaje de Patrick, la recoge porque está tan perdida como él. Poco a poco, empieza a sentir afecto por la niña, y a medida que se responsabiliza de ella, cambia. Esto es lo que acaba por salvarle.
¿Cómo encontró a la actriz para el papel de la adolescente?
La directora de casting, Sylvia Allegre, había entrevistado a Jeanne Lambert para mi película anterior, Mis tardes con Margueritte. Le había parecido una actriz interesante y se quedó con sus datos. Contratamos a especialistas en actores adolescentes para encontrar a Marilou, pero Sylvia me sugirió que viera a Jeanne. A pesar de que me propusieron otras posibilidades, me quedé con Jeanne. Me di cuenta inmediatamente de que tenía un gran instinto. Puede aparentar la mayor superficialidad y un segundo después mostrar una actitud profunda.
¿No le preocupó fundamentar su película en una principiante?
Sí, claro. Pero también sentí que ella estaba preparada para enfrentarse a un reto de este calibre. Hice unas pruebas con Patrick y Jeanne, y no tardé en tranquilizarme al ver que funcionaba. Es verdad que fue necesario ajustar unos detalles al principio. Se sabía los diálogos al dedillo, pero debimos enseñarle a decirlos con naturalidad, a hacerlos suyos. Patrick se quedaba sorprendido a menudo por la energía que desplegaba su joven compañera, tanto que a veces yo debía contenerla.
En otras palabras, ¿a Jeanne Lambert le tocó trabajar con dos gruñones?
Patrick nunca se enojó con ella, la adoraba. Bastó con un gruñón. Pero todo empezó a funcionar muy rápidamente. En cuanto lo entendió, estuvo perfecta. En realidad, no necesitaba la concentración que le pedía porque es muy buena, pero me tranquilizó ver que se involucraba de lleno en el rodaje.
Miou-Miou y Jacques Weber también están en la película…
Son dos actores excelentes. Miou-Miou no tiene un papel muy grande, pero aceptó trabajar con Patrick Chesnais. Me preocupaba que se negara. Necesitábamos una actriz de su talla para que el personaje existiera en tan pocas escenas. Aporta humanidad, calidez y personalidad a la película. En cuanto a Jacques Weber, el papel del amigo le va de maravilla. Comunica bondad y afecto. Se sintió feliz de formar parte de la película.
A posteriori, ¿cómo definiría su estilo cinematográfico?
Hay dos cosas que me interesan, las relaciones humanas y las emociones. Una película puede inspirar cualquier cosa, desde alegría a tristeza, e intento asegurarme de que emerja algún tipo de emoción en cada escena. Me gusta que el espectador pase de una emoción a otra sin respiro, y que cada película conmueva. Es lo que me gusta y lo que busco en las películas de los demás, antiguas o actuales, o en los libros, la música e incluso los cuadros. Observo, escucho y, de pronto, siento algo. No ocurre de inmediato. Pero me pasa con un cuadro o con un solo de Charlie Parker. Hay que estar abierto, y es lo que intento inspirar a los demás. En mis películas siempre intento plasmar el encuentro entre dos personas que jamás se conocerían en circunstancias normales, que no tienen nada que ver. En esta ocurre, como ocurría en Mis tardes con Margueritte y Conversaciones con mi jardinero.
Reunir a personas más allá de ideas preconcebidas es un tema recurrente en todas sus películas. ¿Es algo que le atañe en particular?
Desde luego. Nunca nos paramos a hablar con la gente. Cuando era joven, me quedé dos años y medio sin trabajar después de hacer mi primera película, que no tuvo mucho éxito. No fue un momento maravilloso. Pero quería hablar con la gente; subía al metro y hablaba con perfectos desconocidos. Encontré a personas sorprendentes. Incluso tomé copas con algunos de esos desconocidos. Pero creo que hoy en día la gente tiene miedo de hacer eso. El menor contacto se percibe como una agresión, y es una pena.
¿Cree que todas sus películas contienen una emoción dominante, o considera que su carrera es un viaje que se hace cada vez más intenso y cambia con cada sentimiento?
Un poco de ambas cosas. Por ejemplo, no me gustaba el final de la película. Me parecía flojo. Cada noche me acostaba pensando que el final no estaba bien. Solo pensaba en eso. Había incluido un chiste recurrente que volvía a salir al final cuando la chica vive con la familia. Era gracioso, pero saber qué había pasado con la madre me parecía mucho más importante. Decidí que debía volver a encontrar a su madre. Es el final de algo, pero también es el principio de otra cosa. Puede que haya un “después”. ¿Cómo? No lo sé. En cuanto se acerque el final, algunos espectadores desearán que se encuentren, otros serán más pesimistas, pero se plantearán la posibilidad.
¿Son momentos difíciles de rodar?
Sí, como lo fue la escena del suicidio. Es difícil mostrar a un hombre incapaz de matarse. Había rodado el momento en que coge la escopeta y la carga, pero decidí que solo conseguiría que el espectador lo aceptara si todo ocurría muy rápidamente. Agarra la escopeta, se apunta, grita y se va. Queda claro que no puede hacerlo. La escena es creíble por la velocidad de la acción.
¿Cómo decidió dónde se conocerían?
Debían ir a alguna parte que no estuviera muy lejos, a dos o tres horas de donde estaban. Desde París, eso significa la costa de Normandía y Deauville. Se dirigen al fin del mundo, al mar. Tampoco tenía muy claro dónde. Buscaba un pueblo costero a principios de verano, antes del comienzo de la temporada. Les imaginaba nadando. Pensé que le inspiraría para pintar. Además, me gusta el mar y la luz que lo rodea. Era una emoción añadida.
¿Cuándo empezó a notar la química entre Patrick Chesnais y Jeanne Lambert?
Empecé rodando las escenas exteriores en la isla de Oléron. En ese punto de la historia, los personajes ya están más en paz consigo mismos y con el mundo. A partir de las primeras escenas, Patrick y Jeanneestaban mucho más allá de lo que podía imaginar. Mejoraron el guión.
¿Encontró las emociones que buscaba en los actores?
¡Desde luego! Por ejemplo, tenía muchas ganas de ver a Patrick diciendo su monólogo en la mesa, cuando habla de pintar y de cómo alguien a quien conoció le causó un fuerte impacto. Me quedé impresionado. El ritmo, las pausas, la mirada, todo era asombroso. Escenas así permiten apreciar la capacidad del actor para encarnar al personaje. Patrick tiene un don poco común. Cuando se trabaja con personas tan talentosas, basta con darles material. Harán lo que quieran con él, pero da igual mientras lo hagan.
Tiene la reputación de dar mucha libertad a los actores.
Rodar una película es un trabajo de equipo, de complicidad. No soporto la improvisación, pero dejo que el actor diga el diálogo a su manera. Si se aparta mucho de lo que yo había imaginado, o si no me gusta lo que propone, se lo digo. Pero la mayoría de veces, la libertad y la comunicación mejoran la película.
Tengo mucha confianza en lo que pueden hacer los actores. Mi mujer suele decirme que estoy demasiado cerca de los actores cuando les filmo. Pero creo que sus rostros reflejan muchas emociones, y si estoy demasiado lejos, se perderán. Solo acercándome mucho podré captarlas.
¿Siempre ha pensado así?
Desde que dispongo de un poco de dinero para rodar, siempre uso dos cámaras. Una está más cerca que la otra. Con una sola cámara, se pierde tiempo, hay que cambiar el objetivo, y mientras se hace, se puede perder lo que ofrece el actor. Pero con dos, se obtienen dos perspectivas, es posible acercarse más o enseñar un plano más general. Ofrece una doble posibilidad en el montaje.
¿Cómo definiría la imagen de la película? Empieza en plena noche y avanza hacia la luz…
Bueno, seguimos en la oscuridad hasta la escena en que Taillandier intenta acabar con su vida. Conoce a la chica de noche, bajo la lluvia, y a partir de entonces nos movemos hacia la luz. Aparece el horizonte. El contraste es tan fuerte que las escenas invernales incluidas para dar la sensación de que ha pasado el tiempo casi nos hacen creer que es primavera.
¿Qué cree que aportará la película al público?
Espero que el espectador se lleve la emoción a casa. No recuerdo quién me dijo una vez que no era nada bueno que alguien saliera del cine y se preguntase inmediatamente dónde había dejado el coche. Ojalá salgan del cine y se pierdan antes de darse cuenta de que el coche está en la otra dirección. Quiero que se lleven la emoción de la película.
Esta película, tal vez en mayor medida que sus obras anteriores, revela la fuente de sus emociones.
Tengo un viejo amigo que cuando ve una película mía, dice: “No entiendo cómo un hombre tan desagradable y antipático puede hacer películas que contienen tanta emoción”. No falla, siempre se mete conmigo. Todos nos revestimos con un caparazón, pero al hacer una película, por ejemplo, el realizador acaba mostrando un poco cómo es en realidad. Tengo una sensibilidad exacerbada que me ha jugado malas pasadas, soy demasiado emocional. Si no hay cosas por las que sentir o experimentar de vez en cuando, ¿a qué va uno a agarrarse? ¿Qué sentido tiene la vida?
¿Sabe dónde colocar esta película en su obra?
Es una película muy importante porque la historia significa mucho para mí y porque me la sugirió mi hijo. También ha sido, por fin, la oportunidad de trabajar con Patrick Chesnais. Ahora es un amigo, años después de nuestro primer encuentro. Me gustó mucho trabajar con ese hombre por el que siento un gran afecto.