Duele, intriga, angustia y finalmente, entusiasma. Incomprensible. Tal vez milagroso.
El Mundo

Ana, a la que Marian Álvarez dota de una extraordinaria coherencia y una fragilidad emocionante, nos va mostrando sus debilidades, hasta lograr el milagro de una empatía poderosa.
Fotogramas *****
De un verismo tan crudo que deja, tras su visionado, un poso denso que perdura en el subconsciente del espectador durante días
Cineuropa