FILMOGRAFÍA SELECCIONADA
2012 Una Vida Mejor (Cédric Kahn)
2011 La fuente de las mujeres (Radu Mihaileanu)
2009 Tout ce qui brille (Géraldine Nakache y Hervé Mimran), nominada al César a la Actriz Revelación
2008 Un profeta (Jacques Audiard)
2006 París, je t’aime (Gurinder Chadha)
2005 Sheitan (Kim Chapiron)

Leïla Bekhti (Nadia)

¿Cómo fue su encuentro con Cédric Kahn?
Mi agente me llamó para decirme que Cédric Kahn quería verme para un casting. Sabía desde el principio que Cédric tenía miedo de que fuera demasiado joven para el papel de Nadia. Había visto Les Regrets, Tedio y Roberto Succo, y todas me habían gustado mucho. Conocí a Cédric antes de leer el guión, de lo que me alegro porque el 60% del guión es el realizador. Tuve muchas ganas de entrar en su universo e hice varias pruebas. Cédric había visto a muchos niños y me pidió que hiciera una prueba con uno y luego con Slimane; ambos tenían nueve años. Con el primero fue genial. Improvisamos una escena en la que el niño había robado algo. Le dije que me mirara a los ojos y lo hizo, le dije que hiciera los deberes y los hizo. Pero con Slimane fue todo lo contrario, no me hacía caso. Luego, Cédric me preguntó con quién me había sentido mejor, con quién quería trabajar. En ese momento entendí que tenía el papel. Le dije que me sentía mucho más cómoda con el primero, pero que Slimane me estimulaba más. Necesitaba a un niño que no me mirara a los ojos cuando se lo dijera, sino cuando a él le apeteciera. Trabajar con Slimane fue un auténtico reto; no estaba preparada como actriz debido a los papeles que había interpretado antes. Trabajar con un niño “desescolariza” rápidamente, se está frente a la verdad, no se puede hacer trampas ante un niño. Visto así, Slimane fue la verdad del rodaje y un pilar en el que construí mi personaje.


¿Cómo fue trabajar con Cédric Kahn?
Cédric Kahn es alguien sincero y profundamente terrenal. Una persona sencilla. Va directo al grano. Ha hecho una película humana, precisa y justa acerca del tema que escogió. Recuerdo que en cuanto estaba vestida para el papel, empezábamos a rodar. Su energía me ayudó a construir el personaje. Me gustó esa forma de dirigir sin dirigir. A veces es muy duro, tiene claro lo que quiere, pero sabe llevar a los actores al punto deseado dejándoles mucha libertad. Casi no ensayamos. Con un niño no se pueden hacer muchas tomas, perdería la naturalidad. Slimane nunca había rodado, quizá por eso le salió tan bien. Me gustó mucho trabajar así, y con un actor tan generoso como Guillaume Canet.


Se sabe poco del pasado de Nadia, su personaje, al igual que se sabe poco de Yann.
Es verdad, pero me construí un pasado. Hablé con Cédric de eso. Decidí que no es de una familia pobre como Yann. Llegó a París a estudiar y acabó siendo madre soltera, pero mi personaje nunca exagera su pasado. Al final de la película consiguen construir un hogar. Mereció la pena, aunque el precio fuera muy elevado.


Durante la película, su personaje desaparece, y cuando reaparece, el espectador espera una explicación. Incluso puede pensar que quiso abandonar al niño, que prefirió desaparecer.

Reconozco que me asustaba mucho el momento del reencuentro y el largo monólogo. Ante todo quería ser sincera para que no se juzgase al personaje y se le comprendiera. Tenía miedo. Hablamos mucho del texto y, una vez más, la dirección de Cédric me ayudó muchísimo. Creo que Nadia es una mujer fuerte y que se fue por amor a su hijo. Le dejó para darle una vida mejor. En aquel momento no había otra salida, lo había intentado todo. No hay nada más duro para una madre que dejar a un hijo, y solo lo hace porque está convencida de que así puede salvarle. Una vez más, casi no ensayamos. Estaba superestresada y cansada (había llegado a Canadá dos días antes), pero inconscientemente el cansancio me ayudó a soltarme. Además, Guillaume volvió a ayudarme muchísimo.