Acerca de la producción
Los primeros pasos
El recorrido que ha hecho ARITMÉTICA EMOCIONAL desde la novela a la película empezó a mediados de los años noventa cuando la productora Anna Stratton, de Triptych Media, tuvo la ocasión de conocer y trabajar con Matt Cohen en el guión que escribió basado en su propia novela. Después del fallecimiento del autor en 1999, la productora compró los derechos cinematográficos para que la novela pudiera seguir su viaje hacia la gran pantalla. Anna Stratton se había dado cuenta del potencial que ofrecía el personaje central de Melanie, una mujer complicada, enigmática y atractiva, los fuertes personajes masculinos que la rodeaban y la posibilidad dramática que ofrecía la reunión. Más aún, la historia exploraba desde una perspectiva innovadora la forma en que nos enfrentamos a los recuerdos.
Matt Cohen sentía mucho cariño por Quebec y se había esforzado en mejorar la comunicación entre los escritores de Quebec y los del Canadá anglohablante. A pesar de que la novela transcurre en Ontario del Este, la productora se inclinó por los paisajes del Este de Quebec para la película. En 2000 se puso en contacto con Suzanne Girard y su colega Rebecca Yates, de BBR Productions de Montreal, para hablar de una coproducción. El proyecto les atrajo y no tardaron en unirse a Anna Stratton.
Cuando las productoras empezaron a buscar un realizador, Anna Stratton mandó el guión al cineasta Paolo Barzman. De acuerdo con la visión de la productora, empezó a escribir un primer guión para conseguir financiación y un reparto estelar.
Las productoras y el realizador redactaron una lista de actores “favoritos”. Cuál no fue su sorpresa cuando descubrieron que todos sin excepción estaban dispuestos a trabajar en la película, a pesar de su modesto presupuesto. En opinión de Paolo Barzman, fue un milagro que estrellas tan ocupadas como Susan Sarandon, Christopher Plummer, Gabriel Byrne, Max von Sydow y Roy Dupuis no solo estuvieran entusiasmadas con la idea, sino que estuvieran libres para rodar en otoño de 2006.
El planteamiento del director
La novela fue una auténtica revelación para Paolo Barzman, que sintió una afinidad inmediata con los personajes. Pensó que el tema tenía un atractivo universal y que la historia merecía ser contada. ¿Deben las víctimas de una gran tragedia olvidar para seguir viviendo, o el olvido hace que traicionen a sus compañeros de sufrimiento? En opinión del realizador, la respuesta es muy clara: aunque los recuerdos y el pasado son partes esenciales de lo que somos, las víctimas deben intentar encontrar la felicidad a costa de los recuerdos si es necesario. Paolo Barzman pensó desde un principio que era importante enfocar este tema ya que todos nosotros tenemos algún recuerdo doloroso que intentamos enterrar a mayor o menor profundidad.
Estas reflexiones, que forman parte de la novela y del guión, fueron decisivas a la hora de plantearse el rodaje de la película. El director y los actores estaban de acuerdo en que la película sería mucho más dramática si algunas cosas no se decían y si algunas preguntas quedaban sin respuesta. Paolo Barzman y el montador Arthur Tarnowski se esforzaron en subrayar el ambiente de la película, sobre todo la distorsión temporal. Varias escenas están diseñadas para que parezca que los personajes no saben expresarse. “Ya sé que puede parece raro”, dice el cineasta, “pero insistí en que fuera así para crear una especie de segundo idioma más allá de las palabras. Hay una comunicación silenciosa a través de las miradas, de largos y deliberados silencios”.
La producción
El rodaje duró 26 días en exteriores cerca del pueblo de Magog en los condados del Este de Quebec situados en el margen derecho del río Saint Lawrence, al Sur de Montreal, exactamente al Norte de la frontera con el estado de Vermont en Estados Unidos. Las escenas de Drancy se rodaron durante dos días en estudio. El rodaje empezó a finales de septiembre y acabó a principios de noviembre. La posproducción tuvo lugar en Toronto.